16. Está llena de sorpresas

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Una vez más, sus palabras ahuyentan a las mías

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Una vez más, sus palabras ahuyentan a las mías. Entiendo que se sienta así y que está en su derecho de hablarme de ese modo, pero eso no significa que deje de incomodar. Lo hace.

Después de que me ha rechazado mi ridícula pero muy deseada invitación de baile, la veo irse por segunda vez en esta noche, demostrándome que es experta en huir. Siento como si me tuviese miedo, más que odio, y eso no me gusta.

Ya hasta me siento como una plaga capaz de infectar a quien se me acerque, es increíble.

Permanezco un rato allí sentado, revisando mis redes sociales sin interés en hacer nada más que esto. Nunca me aburro en las fiestas, pero esta parece ser la excepción y no me voy solo porque no quiero abandonar el lugar sin antes entregarle el celular que también he traído esta noche, además de que tengo un compromiso con Camila.

Nunca antes había halagado a una chica y se me ocurre hacerlo justo con quien más me odia en el mundo. Porque estoy teniendo fallas en mis conexiones neuronales y mi raciocinio se fue al caño.

Mi cerebro últimamente no está funcionando bien, porque hoy voy a admitir y a repetirme a mí mismo una vez más que ella es realmente preciosa. Siempre lo es, no solo hoy por llevar un vestido.

—Mi Lim Lim. —La voz de Deisy, haciendo uso de ese patético apodo con el que se refiere a mí, capta mi atención por encima de la música.

Sigo enojado con ella, pero de igual modo desvío la mirada del celular para encontrarla camino a mi ubicación, vistiendo un vestido rojo que la hace ver muy bonita.

—Hola, Deisy —le contesto, sonriendo para disimular que no me agrada del todo su presencia en este momento. No quiero que haga otra escena por mi humor que últimamente está descontrolado—. Creí que no vendrías. ¿Camila te invitó?

—No, vine con Sam —aclara, refiriéndose a una amiga que ambas tienen en común.

—¿Se podía hacer eso? Es decir, no sabía que se podía traer invitados —le comento, viendo que ella se encoge de hombros restándole importancia.

—La verdad no me importa si se podía o no.
¿Vamos a bailar? —pregunta, con evidente intención de evadir el tema. Niego con la cabeza. En realidad no tengo ganas, no sé ni siquiera por qué se lo pedí a Arya, supongo que fue un impulso desesperado por conseguir su atención—. Anda, no seas aburrido, solo una canción —insiste, formando un puchero.

—Solo una —acepto desinteresado y me pongo de pie, solo para complacerla.

Deisy sonríe abiertamente, satisfecha porque de nuevo consigue lo que quiere y confirmándome sin intención que necesito terminar con esto que se me está escapando de las manos. El problema es que no sé cómo hacerlo de la mejor manera sin que sus lágrimas me manipulen y me limiten ahora.

Todavía no guardo el celular de vuelta en el bolsillo del pantalón cuando ella me arrastra detrás suyo, y al lograr zafarme, caminamos hacia la abarrotada pista de baile. Nos mezclamos entre las personas para iniciar con una canción movida que ya ha comenzado hace rato.

Canela ©Where stories live. Discover now