49. La copia exacta de James

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-Y el señor pensó que era buena idea llamar mi atención derramando sobre mi ropa sus bebidas, ¡en la universidad! Y no eran precisamente agua

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-Y el señor pensó que era buena idea llamar mi atención derramando sobre mi ropa sus bebidas, ¡en la universidad! Y no eran precisamente agua. Unas tres veces regresé a casa con mis camisetas tintadas de marrón, porque solía tomar mucho café -explica Amy, quien narra con entusiasmo los métodos de enamoramiento de su esposo.

-Pero te llevaba de vuelta a casa para que no pasaras vergüenza, amor -se defiende el hombre, guiñándole. Amy sonríe, pero continúa.

-Eso solo al principio, porque después me di cuenta de que lo hacía a propósito y llevaba ropa de repuesto para evitarlo. ¡Cómo odiaba a este hombre! Claro que eso no era lo único que hacía, también le gustaba gritar mi nombre a los cuatro vientos para que saliera con él y me perseguía insistentemente, hasta que ya no pude resistirme más y lo dejé entrar a mi vida al completo -finaliza con ilusión.

Arya murmura enternecida, y luego me lanza una mirada, mientras forma una extraña mueca con su boca. Es evidente que intenta recordar nuestros encuentros similares. Le guiño, no solo para hacerle saber que lo recuerdo, sino porque, además, me gusta ver que sus mejillas se tornan de otro color, y eso solo significa que mis palabras y acciones están surtiendo efecto.

-¡Qué vergüenza, papá! ¿No sabes conquistar a una mujer de forma civilizada? -exclama, y aunque en la pregunta menciona a su padre, no me despega la mirada de encima. Es obvio que esto es una indirecta.

-Digamos que ella implicaba otros métodos -se defiende Caleb con una sonrisa, y ahora veo mi momento de participar en la conversación.

-Exacto, es más épico y significativo -el padre de Arya choca su puño conmigo, apoyando mi comentario, Amy ríe y Arya bufa. No es para menos.

El hombre parece una persona seria, pero no deja de ser divertido y para ganarme a su hija, tal vez deba empezar por agradarle a él. Es un paso muy importante.

Durante el resto de la comida, no faltan las típicas preguntas sobre la familia, a las cuales respondo. Amy también habla un poco de sus hermanos que viven en diferentes partes de la ciudad y yo les hablo sobre mi núcleo. Al igual que ellos, también tengo familia en Italia. Mi abuelo paterno vive allá con el hermano mayor de mi papá y aunque solíamos viajar todos los años, hace cuatro que no lo hacemos, porque mi papá a duras penas sale a su trabajo.

Les cuento que cuando mi papá tenía dieciséis años, mi abuela abandonó el hogar dejando a mi abuelo a cargo de sus dos hijos, y desde entonces, él se encargó de criarlos solo. Vino al país hace muchos años a visitar a una de sus hermanas que había enfermado y mi papá quiso hacer su vida aquí, después de conocer a mi mamá en aquel campamento, por lo que quedó a cargo de su tía hasta que alcanzó la mayoría de edad y pudo independizarse.

Los Russo escuchan con atención, hacen otras preguntas con mucho interés y al terminar de comer, hago uso de los modales que me han inculcado y ayudo a lavar todo lo que ha quedado sucio, aunque eso le cueste a Arya una reprimenda por parte de su nana, por dejar los oficios a su invitado. Y ciertamente, yo no soy su invitado.

Canela ©Where stories live. Discover now