38. Parte de la rutina

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Me observo con desgana una vez más en el espejo, dejando salir un débil y prolongado suspiro que distorsiona el amago de sonrisa que intento mostrarme a mí misma

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Me observo con desgana una vez más en el espejo, dejando salir un débil y prolongado suspiro que distorsiona el amago de sonrisa que intento mostrarme a mí misma. Tengo frío, y no es por el hecho de que mi nuevo uniforme no tiene mangas largas a diferencia del anterior; todo se resume al extraño sentimiento de incompletud que no me abandona desde hace semanas y que me lleva a percibirme como en una desagradable burbuja flotante, inhábil de poner los pies en contexto desde que no estoy en casa.

Hace dos meses mis padres y mi mejor amiga regresaron a casa. Yo había tomado la decisión de quedarme a vivir en Italia durante un tiempo, y así lo hice. Fue una conclusión fácil de alcanzar porque estaba decidida a un cambio, pero, a pesar de que creí haber tomado la decisión correcta y estaba convencida de no arrepentirme nunca, hoy siento que sí me he equivocado, y no solo por el cúmulo de variaciones que ha significado este traspaso.

Aquel día de mi cumpleaños toda la familia se tomó la noticia de mi permanencia en el país con alegría; incluso mis padres, quienes al principio se mostraron tristes, se tornaron de acuerdo con mi petición sin mucho problema. Rugge no podía estar más contento, mi abuela corrió a mis brazos cuando se los hice saber y Alessia celebró ante la novedad, pero todo ocurrió después del altercado y las lágrimas de Juliana, quien no lo digirió de la misma manera.

***

Después de comer tanto dulce y esa cantidad exorbitante de comida, no me creo capaz de respirar siquiera con fluidez, por esta razón permanezco sentada en el sofá de la sala sin mover un pelo.

Hace un rato acabamos de repartir el pastel de mi cumpleaños y ahora, luego de comerlo, nos encontramos reunidos en la sala, sumergidos en charlas particulares como subgrupos dentro de la misma familia. Mateo no se ha ido aún y se mantiene a mi lado. Me ha dicho que se quedará hasta que finalice mi cumpleaños a las doce de la noche y yo no soy quién para echarle de casa, y tampoco quiero que se vaya.

Tengo una tormentosa mezcla de emociones bailando en mi estómago y de algún modo tenerlo a mi lado me envuelve en calma.

Veo que Juliana y Rugge conversan amenos al otro lado del sofá. Mi amiga sonríe y parece tan contenta con su experiencia aquí y el encuentro con mi familia y conmigo, que ahora mis temores por su inminente reacción aumentan sin que pueda evitarlo. He tomado una decisión importante hace dos días, y sé que ella no estará muy feliz después de conocerla.

Inspiró y espiro una cantidad de aire sonoramente al verla, tan descuidada que Mateo me mira con una mezcla de confusión y preocupación cuando atrae mi atención.

—¿Pasa algo? —consulta, tomando mi mano izquierda entre las suyas.

Niego con la cabeza, mostrando una endeble sonrisa con la que pretendo convencerlo.

Todo está bien. Estoy algo llena por tanta comida, pero es... Solo quiero decirles algo —contesto, y hasta ahora me doy cuenta de lo nerviosa que me hacen notar mis palabras.

Canela ©Where stories live. Discover now