30. Lo admito

357 64 282
                                    

—¡No seas estúpido y mete la maldita bola en el arco! —grita Chris a Eduardo, quien en lugar de concentrarse en anotar un gol, saca cada tanto su celular para textear con Camila

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

—¡No seas estúpido y mete la maldita bola en el arco! —grita Chris a Eduardo, quien en lugar de concentrarse en anotar un gol, saca cada tanto su celular para textear con Camila.

Miro al rubio con atención, percatándome de que ni se inmuta ante las quejas del castaño y continúa presionando sus dedos sobre la pantalla táctil.

Entiendo que Chris esté enojado y considero que Eduardo está siendo consumido por su extraña relación con Camila, pero he decidido no inmiscuirme, no cuando tengo mis propios asuntos en los cuales enfocarme.

—Eduardo, es verdad. Deja el jodido celular o vete a al carajo. Queremos ganar esto, no ver cómo enamoras a Camila hasta enrollarte con ella —vocea Jackson, otro de los compañeros que va a quinto año, con molestia en su tono.

Algunos reímos por lo bajo.

—¿Por qué les importa? Esto no es su problema. Además, estamos practicando todavía, no es un partido —responde adustamente, con mucha razón. Por el momento solo nos hemos enfocado en praticar los tiros a la red mientras esperamos que el entrenador haga su aparición en la cancha, lo cual se está demorando.

Yo hace rato me cansé de esperar y ahora me encuentro tumbado de espaldas en el césped con la vista fija en el cielo. Ya tenemos más de una hora en esto y el hombre no llega; estoy exhausto tras haber dado diez vueltas alrededor del campo para despejarme un poco antes de empezar y sinceramente ya no tengo deseos de que el entrenador llegue.

—Como sea, concéntrate porque ya estamos al final de esto y no tendremos más prácticas hasta el próximo año —informa Jackson, agitando sus manos con aires de superioridad.

No es el capitán, pero nadie es capaz de bajarlo de la nube de fantasía en la que vive ni de negar sus alegatos donde se proclama líder. O sí podemos, pero simplemente nos fastidia hacerlo.

—Yo digo que mejor se callen y nos larguemos de aquí, es obvio que no va a llegar —comento, todavía con la espalda totalmente apoyada en la grama y la vista arriba.

Se oyen murmullos en los que discuten la sugerencia y cuando finalmente acceden, me pongo de pie y camino hasta una de las esquinas del campo, donde he dejado mi botella de agua hace rato.

—Intenten practicar los pases o lo que les sea posible durante las vacaciones —alienta Teodoro, el verdadero líder del grupo.

Todos acatamos la sugerencia y nos despedimos, para finalmente marcharnos. Yo estoy sudado, por lo que me dirijo en busca de los vestuarios para ducharme, con Christian y Eduardo siguiéndome el paso.

Canela ©Where stories live. Discover now