26. Carterista

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Finalmente es el último día de este paseo sin sentido

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Finalmente es el último día de este paseo sin sentido. Hoy en la mañana después de desayunar, nos informaron que éramos libres de disfrutar del río el tiempo a elección y por eso ahora nos encontramos aquí, yo feliz porque no estoy obligada a estar al lado de la gente que no quiero.

—¿Es nueva esa bata? —pregunta mi amiga cuando nos sentamos al borde de la cascada, sobre unas piedras.

—Te he dicho un centenar de veces que no te la voy a dejar —contesto, cansada de sus intentos de despojarme de la prenda playera.

—Bueno, tenía que volver a intentarlo —murmura tras reír, luego hace una pausa por minutos en los que nadie dice nada, hasta que vuelve a intervenir—. ¿Liam habló contigo? —me pregunta con precaución, como si me tuviese miedo—. Él se fue detrás de ti anoche y creí que te buscaría.

No lo hizo. Y quizás, tontamente, en el fondo esperaba que lo hiciera.

Ayer en la noche después de lo pasó con Deisy tras escuchar la bonita canción, volví a la cabaña sintiéndome molesta sin ninguna razón. Fue una tontería, pero lo suficientemente considerable como para impedirme conciliar el sueño. No dormí mucho, pero le hice creer a Juliana que ya estaba dormitando cuando ella volvió a la habitación y así evité hablar con ella, cosa que por más que me gustaría no puedo hacer por siempre.

—¿Sobre qué? —Finjo confusión, mientras observo con detenimiento a la ardilla que trepa despreocupada en un árbol al otro lado del río para no verla a ella.

—Sobre que te molestó lo que hizo Deisy con tu guitarra —resume.

Dejo salir un inoportuno suspiro. Ella lo dejaría pasar, pero en su opinión ese gesto confirma su teoría.

—Lo hizo Deisy, no él. Y se la presté porque gracias a mí no tiene la suya. Se lo debía, no importa lo que pasó.

—Sí, pero igual no...

—Hola, hola —la interrumpe Andrea, que aparece canturreando y desbordando esa alegría que no la abandona, seguida por Camila y Vanessa.

—¡Hola! —exclama Juliana en el mismo tono, pero sin dejar de mirarme—. ¿Qué tal todo?

—Todo bien —responde la castaña, sentándose a un lado—. Tengo algo de lo que quiero hablarte, Arya.

—¿Y eso es? —pregunto a Andrea, viéndola también.

—Te lo diré después —murmura.

Supongo que es algo que debe quedar entre ambas, por lo tanto asiento para hacerle ver que entiendo y vuelvo mi vista al frente, donde se encuentran los chicos jugando con una pequeña pelota de plástico dentro del agua que decido analizar.

Algunos de los amigos de Liam están entre el grupo, él entre ellos, y como siempre parece sumergido en otro mundo haciendo lo que le gusta.

Si no fuera él, incluso diría que disfruto de mis vistas.

Canela ©Where stories live. Discover now