32. Es fácil confiar cuando se trata de ti

310 57 147
                                    

Esta mañana me despierto más feliz de lo habitual por una única razón, y es que en tan solo horas es navidad, mi época favorita del año.

Tal vez lo sea para muchos, pero es ridículo que intente ocultar lo mucho que amo al mes de diciembre en general. Solo el hecho de sentir el aroma dulce y armoniosa de ese frío de las mañanas, el aspirar esa fresca felicidad de la atmósfera de un amor intangible y esa sensación de plenitud inefable que traen los cánticos y el compartir, para mí, merece ser llamada la mejor experiencia del universo, y mucho más.

Desde hace muchos años en casa nos creamos una rutina. Ninguno de mis padres suele trabajar para estas épocas y siempre pasamos la mayor parte del día preparando las decoraciones, la cena y las galletas que no pueden faltar. Luego nos reunimos con la familia de mamá para cenar y cuando ellos se marchan, los tres vemos una película de navidad junto a Juliana, que se nos une después de las doce luego de abrir los regalos con su hermano. Y por último, ella y yo permanecemos hasta muy tarde viendo alguna saga y comiendo porquerías nada sanas.

Es un placer que no cambiaría por nada en el mundo.

Hace dos días no he podido hablar con mis padres, porque a pesar de que estamos en fiestas, mi papá en esta ocasión se mantiene activo en sus funciones en la empresa que dirige y de la cual es dueño en San Francisco, o eso me han dicho; pues la que apenas le ha heredado mi abuelo a él y a mi tío Bartolomeo en Italia no está en sus plenas funciones por el momento.

Eso es algo que en realidad no me preocupa, pienso que ya tengo demasiado con mi drama adolescente como para interesarme por asuntos empresariales; solo sé que deseaba que vinieran, y ahora ya estoy más que resignada a que eso no pasará ni el mejor de los sueños. Sin embargo, no puedo decir que la nostalgia que ese hecho me provoca ha logrado disminuir el peso de todo lo positivo que he vivido, porque aunque es grande no es suficiente.

Estos últimos días han sido interesantes y entretenidos por la presencia de mi familia y todo lo que hemos hecho juntos, además de las últimas visitas de Mateo.

Me he sentido bien, no obstante, sí tengo que confesar que extraño mucho mi cuidad, mis rutinas y todo lo que he dejado allá y que no pude traerme conmigo junto a los sentimientos. Todo, y eso implica la existencia de una persona, propietaria de un perfil en una red social por la que no he podido resistirme a pasar nuevamente como la débil que soy.

Liam.

Él ha estado presente en las conversaciones con Juliana por el asunto de su guitarra, pues siempre que quiere ahondar en otro tema le huyo de algún modo, pero reparar la pérdida de su instrumento es algo que sí tengo pendiente. Al desconocer el tiempo que estaríamos aquí he dejado el mío en casa y ahora que no lo tengo y que me hace tanta falta en los momentos de soledad, me imagino lo mal que lo ha de estar pasando él sin la suya, y peor aún, sabiendo que no la tiene a su alcance como es en mi caso.

La mía tiene significado sentimental y lo más probable es que la de él también lo haya tenido, y es cuando reparo en eso que no puedo dejar de reprocharme lo bruta que fui con mi comportamiento. 

Era mejor partirle sus lindos dientes y no la guitarra, creo que dolería menos.

Es por eso por lo que prácticamente le he exigido a Juliana hace días que compre ese instrumento cuanto antes y se lo haga llegar lo más rápido que le sea posible, cosa que espero haga y no arruine con su capacidad de despiste.

Hoy, tan alegre como hace mucho no lo estaba, me levanto de la cama para seguir mi rutina de aseo diaria. Pero estoy tan feliz, que esta vez decido hacerlo con música de fondo proviniente de mi celular y aprovecho de dar un concierto imaginario a mi público invisible, ese que tanto me ama. Hago sonar mi voz con ímpetu, restándole importancia al hecho de que aún mis timbres me hacen oír ronca y algo desafinada, y uso el envase de champú como micrófono, incluyendo uno que otro paso que acompaña el ritmo de las melodías.

Canela ©Όπου ζουν οι ιστορίες. Ανακάλυψε τώρα