71. Nuevamente lo detesto

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—¿Qué? —le pregunto anonadada. Creo haber oído bien, pero necesito asegurarme.

Esto no es posible, no.

—Reprobaste el examen —suelta con lentitud esta vez, tomándose el tiempo de saborear esas palabras que son tan dolorosas e inverosímiles a mis oídos.

Ella también parece confundida, como si ni siquiera fuese capaz de comprender sus vocablos. Parece tan ajena a esta conversación como yo.

Niego con la cabeza con lentitud, todavía analizando el poco sentido que tiene la situación porque me parece increíble. Estudié, me preparé mucho para esto como para todo y que me lo diga así se me hace extraño, no lo comprendo ni lo acepto. Jamás reprobé un examen, tampoco me daría el lujo de perder este que es tan importante.

—No, yo... yo me he estado preparando mucho por esto, he estado estudiando la semana entera —le explico con voz trémula. Sus palabras me angustian y tengo miedo, pero necesito explicaciones—. ¿P-por qué... por qué dice reprobé? 

—Tus diez cartillas de examen están casi en blanco, solo tienen tu código, cariño —me explica con pena, pero como si supusiera que esta información yo la conozco. Está claro que se equivoca.

—Llené las diez hojas al completo, incluso le pedí una más —le recuerdo.

La profesora asiente inexpresiva tras analizar mis palabras. Y tiene que recordarlo. Tiene que recordar que el último ejercicio no me cabía en las cartillas y le pedí una para poder continuar, porque una de mis costumbres es siempre dejar las operaciones hechas en la hoja.

—Eso es lo que no comprendo —murmura—. Arya, necesito que me ayudes a entender —me pide con cariño.

Llevo mis manos ahora frías a mi rostro, al cual estrujo con frustración.

Estoy angustiada, y los latidos de mi corazón lo conforman.

Me dice que no entiende, pero su escasa explicación me está dejando peor que a ella, quien no puede estar más confundida que yo.

Esta información es totalmente ajena a mí, imposible de comprender y de tolerar, y no puedo darle una explicación o una información que yo no manejo o que si quiera conozco.

—Es que yo... —musito, pero no sé qué decir. Despego las manos de mi rostro, retrocedo y me siento en el pupitre frente a su escritorio, donde intento procesar la horrible noticia, pero eso me toma incluso un minuto más en el que no encuentro nada—. No puede ser, es imposible. Me dediqué mucho a esa prueba porque con las chicas habíamos hecho un acuerdo. Me pasé noches enteras repasando sin siquiera dormir y... y... —intento explicarle, pero por alguna razón siempre me abandonan las fuerzas en momentos como estos y me detengo.

—¿Estás completamente segura de que llenaste esas hojas? —inquiere ante mi nerviosismo y al ver que no continúo. Ahora no está seria, parece sentirse el doble de angustiada y confundida que antes.

—¡Claro! —grito, asintiendo con efusividad. Ya esto me desespera—. Lo siento. Sí, estoy completamente segura. Llené todas la hojas, no dejé un solo espacio en blanco, lo juro, en serio... yo... Puedo responder a las preguntas ahora mismo si es necesario, pero no puedo perder ese examen, de eso depende el futuro de una de nosotras —le hablo en tono suplicante, arrastrando mis palabras con ese nudo que la angustia ha dejado instalado en mi garganta.

Tengo ganas de llorar, estoy confundida y preocupada, pero por alguna razón ninguna lágrima escapa de mis ojos.

Mariana sonríe débilmente ante mis súplicas, un gesto seco que me hace temer lo peor.

Canela ©Where stories live. Discover now