84. Un panda colgando de tus llaves

163 35 112
                                    

—¿Solo trajiste dos? —reclama Max a Rugge, refiriéndose a las botellas que trae el italiano en cada mano—. ¡Qué miserable, hermano! ¿Cómo pretendes que me vuelva mierda con eso?

—Fue lo único que pude tomar para que no se dieran cuenta, no seas tan quisquilloso —se defiende el castaño.

—No seas intenso, con dos será suficiente —interviene Juliana, hablándole con suavidad a mi mejor amigo, con ese tono amoroso que utilizan los abuelos que llevan años de matrimonio.

Maximiliano la ve con incredulidad.

—Pero, Yul...

—Además, mañana temprano tienes que conducir. No sé si sabes que no amanezco con el mejor humor del mundo, mucho menos estaré con ganas de repartir borrachos en sus casas —argumenta ella, tan seria como pocas veces la he visto.

Maximiliano permanece con esa mirada de incomprensión y culpabilidad que muestra cuando intuye que ha arruinado algo.

—Estamos de vacaciones... —continúa él, intentando justificarse, pero Juliana lo interrumpe de nuevo.

—La muerte no se va de vacaciones, Maxi.

—¿Cuál muerte? ¿De qué hablas? —prosigue Fuentes, ahora girándose un poco, aún sobre su puff verde, para quedar frente a la chica.

—Que puede ocurrir cualquier accidente si conduces ebrio. Además, yo no pretendo estar cuidando de ti como si fueses un niño que dejó su lunch en casa por despis...

—Cosa aspettano per sposarsi? [¿Estos qué esperan para casarse?] —interviene Ruggero, logrando que Arya y yo, que sí somos capaces de entenderlo, soltemos una carcajada.

—Ancora in negazione [todavía siguen en negación] —añado.

Los chicos detienen su discusión y nos miran con recelo, Judith sonríe aunque tampoco entiende y los otros dos se ríen.

—Alcuni colpi dovrebbero fare il trucco [unos golpes deberían servir] —sigue Rugge. Juliana se cruza de brazos con hastío y Max bufa, también cansado—. Digo, para ver si así entienden.

—¿Qué mierda están diciendo? —increpa el pelinegro.

Todos volvemos a reír, excepto él y Juliana.

—Questo è bellissimo [esto es hermoso] —señala Arya entre risas, muy divertida con la escena.

—¡Ari, ya basta! —reclama su amiga, desesperada y cubriendo sus ojos con vergüenza—. Si van a insultarnos, al menos me gustaría entender. ¡Sean calientes y díganmelo a la cara! —grita.

El silencio invade el lugar por varios segundos, hasta que todos, menos ella, soltamos una carcajada. Maximiliano le habla cuando se recompone.

—Yul...

—No, es que me desespera... —dice, interrumpiendo a mi mejor amigo, que ahora se acerca para tomar su brazo izquierdo y acariciarlo en un intento de conseguir que ella se calme—. Siempre hablan de nosotros, siempre... Ellos también son unos tontos...

—Sí, pero...

—¡Pero nada! Si ellos demoraron más de un año en aceptar que se gustaban y todavía siguen de ridículos, ¿por qué nos molestan entonces a nosotros?

—Margarita, solo quería decirte que ya somos lo suficientemente calientes, linda, no tienes que pedirnos que lo seamos más —bromea Max.

Ella nos mira con los ojos bien abiertos y luego se cubre el rostro, apenada de nuevo.

Canela ©Where stories live. Discover now