90. Espinas en tu corazón

157 30 115
                                    

Sonrío tras sus palabras y al verlo guiñar. Algunos murmuran comentarios enternecidos a los que ignoro aunque no intento hacerlo y me concentro en él, que todavía no empieza a pronunciar la primera letra de mi canción cuando ya provoca que mis mejillas están llenas de lágrimas.

Lo escucho, solo soy capaz de escucharlo con atención y como si necesitara grabar cada instante en mi mente, que es lo que quiero. No es la primera vez que la canta para mí, pero jamás me canso de oír cada una de esas palabras de su voz segura y serena, esa que siempre me ha hecho sentir tanto.

Juliana se tambalea al ritmo de la melodía y Rugge todavía se mantiene a mi lado, igual que nuestros amigos que parecen formar una especie de burbuja cálida a mi alrededor. Ellos hacen que me sienta importante, con un sentido de pertenencia inquebrantable que se nutre cada día.

Luego de los tres minutos y veintiséis segundos que dura la canción, los chicos se detienen tal como lo hace el tiempo. James, Matthew y Kaden dejan sus instrumentos de lado y todos me miran sonrientes, complacidos al acabar con su excelente trabajo y lo que sea que hayan planeado.

Limpio mis lágrimas. Veo que Liam se pone de pie y deja su guitarra lentamente sobre la banca. Luego, a paso decidido y sonriendo, se aleja del escenario y sin despegarme la mirada de encima, camina hacia mi ubicación, con esa confianza en sí mismo que está tan arraigada a él como su piel misma.

Trago grueso. Mi frente se arruga un poco por la incomprensión y aunque sonrío hacia él, no puedo evitar sentirme nerviosa, lo que provoca que mi cuerpo permanezca estático en el mismo lugar. Nuestros amigos murmuran cosas y de un momento a otro escucho sus voces como ecos; no percibo con claridad su cercanía, pese a que ellos siguen allí y solo se han apartado como si todo estuviese perfectamente planeado y es lo que tenían que hacer. Incluso Juliana deja de abrazarme para alejarse junto a ellos y Rugge suelta mi mano, dejando una sensación de vacío que no demora en ser llenada por Liam.

Aun así, aunque siento que el calor que me rodea se desvanece paulatinamente, no los veo, porque mi mirada se mantiene fija en el castaño que todavía camina hacia mí. Lo único que puedo percibir por momentos es el agetreo de voces que se oyen alrededor de la pista, hasta que Liam se posiciona enfrente y con solo tomar mis mejillas entre sus manos y penetrarme con su mirada color canela, me olvido de que existen los alrededores y otros seres que son capaces de respirar.

Ahora solo puedo pensar en él.

—“Las palabras son, en mi no tan humilde opinión, nuestra más inagotable fuente de magia. Capaces de infringir daño y de remediarlo” —pronuncia con calma, imitando ese tono cansino del personaje que da a conocer la frase.

—Dumbledore —puntualizo.

Liam confirma entre asentimientos, con esa sonrisa enorme en sus labios.

—Te he pedido disculpas tantas veces, y sin embargo siento que jamás será suficiente. Yo...

—Yo jamás te he reprochado eso... —le recuerdo. No tiene caso traer de vuelta el pasado que ya hemos dejado atrás hace mucho. El presente es más importante y justo ahora, que tengo una mezcla de entre vergüenza y confusión porque no comprendo ninguna de sus palabras ni la actitud del resto, le suma mayor relevancia.

Él niega para que me detenga.

—Jamás, y lo sé, pero tengo que decirlo igual —justifica sonriendo—. Cuando decidimos darnos otra oportunidad ya tenía bastante claro que debía esforzarme y hacer mejor las cosas por los dos. No me esforcé, en realidad se me dio solo, pero si procuré hacer que mis palabras hacia ti siempre fueran con el fin de llenar tus emociones positivas, y es algo que todavía sigo haciendo. Así que hoy, que es un día bonito e importante, he decidido hacer uso de ese poder que dices que tengo para pedirte algo.

Canela ©Where stories live. Discover now