89. Aún no termina tu día

178 29 120
                                    

No lo dejo responder, porque además de que supongo que solo tiene dudas que en este momento no seré capaz de disiparle, no estoy en mi faceta razonable

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

No lo dejo responder, porque además de que supongo que solo tiene dudas que en este momento no seré capaz de disiparle, no estoy en mi faceta razonable.

La voz pequeñita que anteriormente se ha presentado para frenarme, hoy decide no aparecer; mis hormonas pueden más que ella y mi voluntad simplemente decide escaquearse. No está actuando mi lado racional, y por ahora quiero darle un descanso para que mis sentimientos se expongan sin censura.

Liam se muestra incrédulo y receloso, pero al ver que con mi beso le demuestro que hablo en serio, también se deja llevar y se apodera de mis labios de forma territorial y posesiva. No se desborda ternura ahora, sino un vivo deseo que insiste en adueñarse de nuestras fuerzas para dejarnos a merced del otro.

Llevo mis manos alrededor de su cuello y con mis dedos lo acaricio, formando círculos que espero, le hagan sentir algo bonito. Liam sujeta mi rostro e igual que la noche anterior, también lo acaricia trazando líneas delicadas que van hasta mis brazos y que en un recorrido lento llegan hasta mi cintura, donde deciden instalarse para aferrarse a mi cuerpo que ahora no hace más que sentir el calor incrementarse paulatinamente.

La chaqueta me estorba y mi piel pide a gritos ser expuesta, pero también quiero llevar las cosas con calma.

Permito que la ardentía me invada y solo me concentro en sentir esa presión extraña y placentera que los nervios y la ansiedad dejan alojada en mi estómago. Liam no deja de tocar mi cintura y con sus manos seguras toma el borde de mi chaqueta para quitármela, pero se detiene antes de hacerlo, se separa de mis labios y apoya su nariz y frente a las mías para hablar.

—¿Estás segura de que quieres que hagamos esto? —musita, golpeando mi rostro con ese cálido aliento que su exaltada respiración le provoca—. Si nadie nos interrumpe..., ¿llegaremos hasta el final?

Asiento sin apartarme, dejando un beso que decido alargar de inmediato.

Estoy convencida. He estado durante todo el camino pensando en esto y ya no quiero hacerlo, porque entiendo que una etiqueta no determina lo que siento por Liam o lo que ahora tenemos, y eso no es algo que nos dé un nombre.

Es cierto que la palabra nos otorga un significado, pero más a los ojos de un tercero que a los nuestros; porque nosotros, dentro de nuestro vínculo y complicidad, sabemos lo que somos, y ese vocablo o denominación social no cambia nada.

—Hasta el final y mucho más —aseguro en un jadeo al apartarme un poco—. Quiero estar contigo, Liam, te juro que es lo que quiero en este instante.

No responde con palabras, solo sonríe y me deja un corto beso para separarse seguido y ahora sí, despojarme de la chaqueta y camiseta que cada vez siento más pesadas. Deja todo a un lado y me examina sonriente, recorre mi cuerpo lentamente, con sus ojos brillando lujuriosos.

Él se quitó su saco antes, por lo que con mis manos ansiosas lo insto a sacarse su camisa y camiseta de inmediato para no perder tiempo.

Vuelvo a besarlo. Recorro su torso desnudo con mis manos y las suyas acarician suavemente mi espalda, hasta que estar sentados no es suficiente y todavía frente a él, lo empujo hasta dejarlo acostado en la cama y colocar mis piernas a cada lado. Su espalda no se apoya del colchón, por lo que con habilidad me incorporo encima.

Canela ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora