65. No puedo seguir engañando a ambos

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Este es el momento en el que debería levantarme, salir corriendo y lanzarme de clavado en el río, golpear mi cabeza con una piedra por un accidente —no accidente— que me provoque una tetraplejia y me haga desear que me practiquen la eutanasia, o m...

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Este es el momento en el que debería levantarme, salir corriendo y lanzarme de clavado en el río, golpear mi cabeza con una piedra por un accidente —no accidente— que me provoque una tetraplejia y me haga desear que me practiquen la eutanasia, o morir directamente de una contusión cerebral.

Eso es lo que debe pasar, ¿verdad?

¿O debería solo pagarle ese beso que le debo y darle otros más?

Es cierto que ese cambio de Liam me encanta y es más real que lo estoy disfrutando mucho aunque pretenda matarme, pero todavía no me acostumbro.

No sé cómo debo reaccionar ante su seguridad y la naturalidad con la que últimamente se dirige a mí, y peor aún, lo que estas me provocan. Y que él tenga tanto control sobre mis sentimientos, me angustia.

Antes no sabía que él podría ser tan dedicado y delicado, humilde, responsable y atento. Lo imaginé diferente porque en mi mente no existía mejor concepción para su persona después de todo lo que había pasado, y creo que en otras circunstancias jamás me habría interesado por descubrirlo. Me habría negado en cada ocasión a conocerlo porque en mi opinión, no valía la pena, pero ahora no me arrepiento de habernos dado la oportunidad, tanto a él como a mí.

Se ha estado esforzando por hacerme sentir bien últimamente y esos gestos derrumbarían los muros de cualquiera, aunque conmigo lo hizo hace mucho pese a que intenté reforzarlos con mis acciones y actitudes. Ahora me complace saber que no solo yo lo estoy disfrutando, sé que él también, y eso intensifica lo que hace un año he comenzado a sentir y que se acrecentó hace semanas.

Todo esto que hizo me parece impresionante. Admiro su organización, la dedicación que mostró incluso para elegir el lugar, las frutas, e incluso su capacidad para convencer a mi mamá —aunque eso no es tan difícil—, y estoy muy complacida por saber que se interesó por hacer de este un buen momento, porque se esforzó por recrear un espacio en el que yo me sintiera cómoda con todo lo que me gusta. Me ha escuchado atento, me conoce, y creo que no hay nada que me parezca más bonito.

Sin despegarle la mirada, sonrío avergonzada hacia Liam, que me devuelve la sonrisa y me ve por segundos que me parecen demasiados, porque no hace más que ponerme nerviosa. Afortunadamente, parece comprender que me está debilitando mucho y deja de verme a los ojos para tomar una fresa que lleva a su boca, luego se quita los calcetines, se levanta para despojarse de la camiseta negra de mangas cortas que trae puesta, quedando únicamente con una bermuda verde olivo, y me extiende su mano izquierda que observo confusa.

—Vamos —pide riendo, yo niego al comprender sus intenciones.

—¿A dónde? No voy a bañarme con esta ropa —forma un puchero y mueve sus dedos con insistencia, yo niego con la cabeza.

—No seas aburrida, ven. Es solo agua, se secará pronto —vuelvo a negar—. Entonces acompáñame a la orilla, por favor —suplica con ojos de borrego, y a eso no me pienso negar.

Canela ©Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz