50. Orgullo personificado

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—No tan perdido —habla Chris, y aunque no estamos para bromas, el hombre tiene razón.

—Ya va, es que no entiendo —razona James, poniéndose de pie para pasearse alrededor de la sala—. ¿Cómo es que tengo un jodido gemelo y mi mamá nunca me dijo nada?

—Seguramente no lo sabía —Chris bufa, antes de responder al ridículo comentario de Eduardo.

—¿Cómo no va a saber? Fue ella quien los tuvo nueve meses dentro.

Pudieron haberle robado uno al nacer, ella pudo regalar a uno o simplemente adoptar a mi amigo, pero mejor no comento nada.

—Exacto —apunta Matt.

James regresa a la mesa, se inclina con apremio y toma el resto de los papeles de forma desesperada, uno por uno, para echarles una mirada rápida.

—¿Qué buscas? —pregunta Kaden ante las prisas de su amigo.

—Algo que me responda a esto —responde el pelinegro sin desviar la mirada de los papeles.

En un intento de ayudarlo, Andrés, Kaden y yo, nos acercamos a la mesa para buscar la información que él necesita. No imagino cómo se debe sentir en este instante, más allá de defraudado y engañado... nuevamente.

—El mundo se está volviendo loco —Matthew hace otro de sus comentarios nada prudentes y se sumerge en otra conversación de este tipo junto a Christian, mientras los chicos y yo continuamos en la búsqueda de lo que sea que responda a las preguntas de nuestro amigo, hasta que Andrés habla.

—Hay una carta —expone, extiende su mano hacia James con un papel que este duda en tomar, hasta que, dubitativo, lo hace.

Todos volvemos a verlo pasear sus ojos a través de las palabras escritas a mano sobre la hoja. Por momentos arruga la frente, arquea las cejas e incluso suelta una débil risa antes de hablarnos.

—Dice un montón de mierda, pero lo primero que explica, es que él jamás me abandonó y que quiere responder a todas mis preguntas en persona —bufa, antes de soltar una risita sin ganas—. ¿Cómo dice que no me abandonó? Además de mal padre es idiota, o invisible y mudo, en todo caso. Digo, porque para que yo no lo haya visto en diecinueve años hay que echarle un camión de pelotas de mierda al asunto. Y ciego y sordo no les soy.

—¡Mierda! —exclama Matt, mostrándose falsamente concentrado—. ¿Qué piensas hacer?

—Lo primero, creo que es interrogar a tu mamá por no decir nada y segundo, llamar al viejo para que te responda todo lo que quieres saber —añade Christian, señalando a James con su dedo índice derecho, fingiendo muy bien una seriedad que no posee.

—El otro... Ian, ¿sabe de esto? —me pregunta Eduardo.

—No pude hablar con Arya sobre eso, pero él parecía tan confundido como todos. No creo que sepa nada.

—Entonces, si estamos bien, el otro debe vivir con el tipo, ¿no? —cuestiona Andrés.

—O probablemente también lo abandonaron como a mí —responde Jam con pesadumbre.

Me da pena, pero existe la posibilidad de que tenga razón. James no vive en malas condiciones, pero el otro chico se ve mucho mejor e incluso tiene un auto. Me parece injusto que mi amigo no lo haya pasado tan bien cuando se ha esforzado tanto por crecer y estudiar prácticamente solo.

—No, él dice que no te abandonó, Jam. Mejor deja que te explique lo que ha pasado —interviene Max, con el apoyo de Kaden y Andrés, quienes asienten.

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Canela ©Where stories live. Discover now