Capítulo 2.

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Poco después sonó la sirena que indicaba que cada alumno tenía que volver de nuevo a su aula para la última clase del día. A mí me tocaba educación física, así que decidí dejar mis cosas en la taquilla. 

Mientras guardaba todo y cerraba el candado vi cómo Kate, Lissa y Maggie salían del comedor agarradas a Calum, hablando y riendo. Él miraba a Kate a los ojos mientras ella hablaba y le sonreía.

Era obvio que se fijaría en ella, pensé.

Por un momento él giró la cabeza hacia mi dirección, clavando sus pupilas en las mías. Como un acto reflejo aparté la mirada y empecé a caminar hacía el gimnasio del instituto sin pensármelo dos veces. Calum era de esos chicos que te hacían sentir intimidada simplemente con su presencia. Aunque a mí me intimidaba casi todo el mundo.

Se podían escuchar susurros con su nombre, y todas las chicas alrededor se fijaban en él. Con un poco de suerte sería el más popular de la escuela en menos de un mes. Si seguía juntándose con Kate y sus amigas, tenía asegurado el paso a la ''popularidad'', aunque estaba claro que él no lo sabía.

Cuando llegué al gimnasio todavía no había nadie excepto una chica con una coleta y aparato que había llegado nueva este año, como Calum. No conseguía aprenderme su nombre. ¿Era Madeline? Algo parecido. En mi defensa debía decir que su nombre era un tanto extraño. Ella era la chica que mejores notas sacaba en clase después de mi. 

Yo era la ''empollona" de la clase según todo el mundo, aunque ni si quiera me esforzaba por sacar buenas notas. Y por eso, entre muchas otras cosas, se metían tanto conmigo. Sobretodo Kate y sus amigos. Se reían de mí en clase, en la hora de la comida, y si me veían por la calle, cómo no, aprovechaban la oportunidad para soltar algunos de sus muy típicos comentarios. Al principio no le daba mucha importancia y seguía a lo mío, pero últimamente estaba intentando ser notada lo menos posible (lo que, llegando tarde y empapada, era difícil), a ver si así me dejaban en paz.

-Chloe, ayúdame con esto, ¿quieres? -me pidió el entrenador cuando me vio pasar por la puerta. Estaba sosteniendo una pizarra blanca y una silla al mismo tiempo de una forma bastante rara, asique dejé la mochila a un lado, debajo de los bancos, y me acerqué para cogerle la silla y seguirle hasta el final del gimnasio. Supuse que nos iba a dar una clase teórica ya que raramente sacaba la pizarra del cuarto de materiales, pero no fue así exactamente. 

Cuando estábamos toda la clase, nos hizo sentarnos en el suelo y escucharle. Después de unos diez minutos de gente preguntándose qué nos iba a decir o por qué no hacíamos gimnasia (por parte, mayoritariamente, de los chicos), el entrenador empezó a hablar. 

-Chicos, tengo una buena noticia que daros -empezó a hablar, sosteniendo el rotulador de la pizarra en la mano derecha. 

-¿Te jubilas? -dijo alguien, y todos se rieron. El profesor puso una mueca y después miró con los ojos entrecerrados a alguien de detrás mía, el graciosillo que había hecho la broma. 

-Siento decepcionarte, pero no. He conseguido organizaros una salida de acampada durante dos semanas. 

Me quedé callada mientras los demás soltaban gritos de alegría. ¿Se suponía que eso era una buena noticia?

-En una semana nos iremos al monte Breinware a acampar y os adaptaréis a la vida sin aparatos electrónicos y esas tecnologías que usáis de hoy en día los jóvenes. Viviremos de la naturaleza y dormiremos al aire libre. Será una buena experiencia como grupo y para vosotros mismos, os lo aseguro.

Entonces todos explotaron en un mar inmenso de preguntas como "¿vamos a tener que cazar nuestra propia comida?", "¿qué pasa si hay animales salvajes sueltos por ahí?", "¿qué ropa se supone que hay que llevar?", "¿dormiremos en el suelo?''...

Let's be Unpredictable.Where stories live. Discover now