Capítulo 35.

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Miré de nuevo a la puerta mientras intentaba retener las manos de Bratt en el sitio que les correspondía. No sabía por qué lo hacía, pero sólo podía mirar a la puerta, tal vez esperando que alguien entrara y me sacara del infierno en el que, de repente, había entrado.

Recordé por un momento la forma en que Calum me sacó de la casa de Kate Miller el día de la fiesta o cuando me apartó de ella en el monte Breinware, cuando todos observaban cómo me ridiculizaba.

No había hecho más que salvarme desde que le conocía.

Pero era hora de aceptar que Calum no volvería a salvarme de nada ni nadie. Calum no entraría por la puerta para sacarme de ahí. Nadie lo haría.

Así que supongo que me toca salvarme a mí misma, pensé.

La presión de las manos de Bratt sobre mis muñecas me sacó de mis pensamientos y solté un gruñido casi inaudible.

-Bratt –Le llamé, intentando sacar sus manos de encima mía. El olor a alcohol conseguía marearme y la situación en la que me encontraba no me ayudaba a sentir mejor en absoluto.

Conseguí sujetar sus muñecas por un momento, pero por más fuerza que ponía, él tenía el triple. Bratt era indudablemente más fuerte que yo y todos mis esfuerzos por detenerlo eran inútiles y empezaba a desesperarme por ello. Me sentía impotente y estúpida. También débil, jodidamente débil.

De repente intensificó su agarre haciendo que mis muñecas palpitaran de dolor.

-Bratt -Le volví a llamar, esperando que se diera cuenta por mi tono de voz de que estaba empezando a asustarme -, me estás haciendo daño. Para.

-Pero, ¿qué mierdas te pasa? Sólo intento que lo pasemos bien, Chloe, ¿no quieres divertirte?

-Estás borracho -Dije en un susurro a la vez que él presionaba sus caderas contra las mías.

-Y tú debajo mía -Dijo sonriendo. Miré sus ojos y sentí una oleada de repugnancia recorriendo mi cuerpo y subiendo por mi garganta hasta dejarme un mal sabor de boca. Sus ojos, que tantas veces me habían dejado con ganas de sacar un folio y un lápiz y plasmarlos en papel al mirarlos, eran un profundo agujero negro con un fino y apenas notable aro verde al rededor. Su mirada sugería que sería mucho más difícil pararlo de lo que me habría gustado -. Y la puerta cerrada, nadie nos va a molestar, nena.

Después se precipitó sobre mi cuello, succionando fuertemente algunas partes. Tan fuerte que tenía la certeza de que me quedarían marcas moradas allí donde sus labios se habían posado.

-Quiero irme -Pedí, mostrando demasiada súplica en mi tono de voz, más de la que quería mostrar. Realmente no sabía cómo actuar y estaba aterrada por lo que Bratt estaba haciendo. Y por lo que podía llegar a hacer.

Sabía que ni siquiera era consciente de lo que estaba haciendo a causa de la cantidad de alcohol corriendo por sus venas, pero no iba a dejar que me manoseara sin más en contra de mi voluntad, ni tampoco que fuera más allá de eso.

Su mano derecha se movió hacia mis pantalones y, con la ayuda de la otra, intentó desabrochar el botón en la parte superior. Antes de que pudiese hacer nada más, levanté la rodilla fuertemente con dirección a su estómago y conseguí zafarme de él por fin. Su cuerpo rodó sobre el mío hasta que estuvo tumbado a mi lado, gruñendo de dolor.

 -Chloe –Exclamó acompañado de un gemido de dolor.

Corrí a través de la puerta, pero no pude apartarme más de tres zancadas de la habitación al chocarme contra alguien que, al instante, me agarró por la parte superior de ambos brazos y me apartó de su cuerpo para mirarme a la cara.

Let's be Unpredictable.Where stories live. Discover now