Capítulo 66.

855 54 2
                                    

Calum y yo nos fuimos del parque y caminamos por las calles del barrio apresuradamente. A mí me comía la curiosidad por saber qué era eso tan misterioso que tenía que mostrarme y no podía dejar de preguntarle sobre ello. Sabía que se estaba hartando de mis preguntas tanto como yo siempre me cansaba de las suyas, pero me daba igual. La mejor forma de evitar mis preguntas era contestarlas a la primera.

Nos paramos en frente de una hilera de edificios enormes y altísimos que eran prácticamente idénticos y le miré confusa.

-¿Ahora qué? -Dije frunciendo el ceño.

-Necesito que te vendes los ojos -Sacó una tela negra del bolsillo trasero de su pantalón. 

-No voy a hacerlo. 

-Sí vas a hacerlo.

-Que no.

Me miró y yo le reté con la mirada. No me iba a poner un maldito pañuelo en los ojos y mucho menos estando con Calum, él era capaz de cualquier cosa. 

-¿No confías en mí?

-No voy a ponérmelo -Dije firmemente -. Y punto.

Cómo no, acabé poniéndomelo.

Después de mucho tiempo discutiendo y negándome rotundamente, consiguió hacer que me lo atara yo misma detrás de la cabeza y colocó una de sus manos en la parte baja de mi espalda para comenzar a guiarme. 

Iba parándome cada tanto tiempo, con miedo a caerme o tropezarme o chocarme contra un maldito árbol y Calum se desesperaba cada vez más porque iba muy lenta (¡que no me hubiese obligado a taparme los ojos!), pero le ignoraba.

Agudicé el resto de sentidos que me quedaban para intentar averiguar algo sobre a dónde nos dirigíamos, pero todo era en vano. De repente escuché un leve pitido y después otro par. Oí algo parecido al sonido que hacía una mesa al arrastrarse y después otro pitido. Entonces mi estómago se calló al suelo. 

-¡Estamos en un ascensor! -Grité emocionada por haber descubierto algo después de todas las preguntas que le había hecho. Escuché la risa de Calum y comencé a mover las manos por el espacio que había delante mía. Comprobé mi teoría cuando rocé con las yemas de los dedos los botones de subida y bajada - ¿Estamos en un hotel o algo así? ¿En una tienda? 

-Sherman, sabes que no te voy a decir nada. Cállate ya.

-¡Tiene que ser alguno de esos tres! ¿A dónde vamos? 

-Has hecho esa misma pregunta alrededor de unas dieciocho veces en los últimos cinco minutos. 

-Ya -Contesté enfadada -. Y no la has contestado.

-Y si aún no lo he hecho, ¿qué te hace pensar que voy a responderte esta vez?

Me quedé callada y él volvió a reír. Crucé los brazos sobre mi pecho y fruncí los labios.

-Eres malo -Dije. Acto seguido, sentí sus labios contra los míos. 

Punto para Calum.

Entonces escuché otro ding y, de nuevo, el sonido de las puertas del ascensor abriéndose. Salí, guiada por Calum, y un olor a lugar cerrado invadió mis fosas nasales. 

-Hay escaleras -Informó él, parándose a mi lado -. Ten cuidado.

Pasé mi brazo por detrás de su espalda para agarrarme y tener mejor equilibrio y empecé a subir con su ayuda. Él me decía ''escalón, escalón, escalón'' y yo subía, subía, subía. Cuando las escaleras terminaron, escuché cómo él abría una puerta y entonces el aire golpeó mi frente.

Let's be Unpredictable.Where stories live. Discover now