Capítulo 70.

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Me quedé en silencio durante unos instantes y entonces me vino a la cabeza algo que sí podía hacer para manipular su juego. Así que apresuré a añadir:

-Pero antes deja que vaya a por una cosa. Puedes ir escribiendo tus preguntas si quieres.

-Genial –dijo con una sonrisa.

Me dieron ganas de reírme ahí mismo, pero iba a esperar un poco. Subí rápidamente los escalones hasta mi habitación, abrí mi armario y paseé la mirada por toda la ropa que poseía.

Hora de dar paso a la imaginación.

Llevaba una jersey y unos pantalones vaqueros puestos, así que al conjunto le añadí una chaqueta fina, otra chaqueta de lana por encima, un cinturón, una bufanda, un gorro de lana y, encima de este, una gorra de color verde. Para sumarle prendas, decidí ponerme dos capas de calcetines y unas gafas de sol.

Después bajé en silencio y cuando estuve en la puerta, hablé.

-Que empiece el juego.

Calum levantó rápidamente la mirada de su cuaderno, en el que supuse que estaba escribiendo las preguntas, y me miró de arriba abajo. Primero arrugó la nariz, luego frunció el ceño y, por último, me miró con una pequeña sonrisa.

-Eres horrible –fue lo único que dijo antes de soltar una risa. Yo también reí.

-Mi casa, mis normas –contesté sonriendo.

-Bien, cambio las normas de mi juego –dijo rápidamente, como si estuviese tomando la decisión en el mismo instante y aún no hubiese pensado siquiera qué cambio iba a hacer-. En lugar de una prenda, hay que quitarse…

Se quedó mirándome de arriba abajo una y otra vez, con el ceño fruncido.

-¿Cuántas putas capas te has puesto, Sherman? –preguntó con frustración.

Reí y él seguía con esa expresión de enfado.

-Veo que a alguien se le ha jodido el juego –dije intentando no reírme de nuevo-. Qué lástima.

-Tres prendas por cada pregunta mal contestada –sentenció. Proferí una pequeña risa y me dispuse a escribir las diez preguntas que me correspondían en mi cuaderno.

Ni siquiera sabía qué preguntar. Aunque, después de un tiempo pensando, empecé a escribir rápidamente.

Tal vez debería haber escrito cosas que podrían entrar en el examen que teníamos la próxima semana, pero decidí no hacerlo. Aunque… se podía considerar como un repaso de lo que habíamos dado anteriormente. Siendo sinceros, no quería tener que quitarme la ropa, así que decidí escribir preguntas que sabía que él acertaría sí o sí.

-¿Estás? –preguntó Calum mientras se levantaba de nuevo y se sentaba en el sillón.

Hice lo mismo que él y me senté en el sofá que había justo en frente del que había elegido él. Quedamos cara a cara. Él sonreía con los ojos entornados, yo hacía lo mismo. Ambos teníamos el cuaderno entre nuestras manos y ambos queríamos ganar.

-Empieza tú –dijo él mientras se recostaba sobre el respaldo del sillón.

-Bien –dije. Con la vista oscurecida por las gafas de sol, leí la primera pregunta -. ¿Cuál es el calor específico del cobre?

Se quedó callado durante un rato, pensando.

-Cero coma cero noventa y tres –respondió.

-Correcto –hablé orgullosa.

Después él preguntó. Había cierta tensión en la habitación.

-¿Qué descubrió Isaac Newton?

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