Capítulo 8.

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Un grito se coló entre mis labios antes de que pudiera retenerlo siquiera. Me levanté del tronco en el que estaba sentada y me di la vuelta para descubrir una silueta oscura pero familiar. Cuando mis ojos se acostumbraron a la oscuridad de la noche, descubrí que simplemente era Calum.

–Me has asustado –le espeté, intentando no sonar molesta y fracasando totalmente en el intento. El corazón me iba a mil por hora.

–Lo siento –se disculpó, poniéndose a mi lado–, ¿por qué no estás durmiendo?

–¿Y tú? –pregunté de vuelta.

No sabía qué sentía exactamente por Calum, y me frustraba no ser capaz de encontrar una palabra con la que describir ese martilleo al que se exponía mi corazón cada vez que estábamos cerca. Él era amigo de Kate, y parecía estar de su lado al cien por cien, aunque ni siquiera supiese qué pasaba entre nosotras dos. Y parecía simpático, pero yo no quería ser su amiga. Eso solo lo arruinaría todo.

Quiero que te alejes de Calum, recordé la amenaza de Kate de hace unos días. 

Quería alejarme de él y lo intentaba, pero hiciera lo que hiciese y por más que trataba de mantenerme lejos, siempre volvíamos a encontrarnos. En el camino del instituto a casa, en la tienda después de mi casi-muerte, ahora mismo. No quería ser desagradable con él, pero debía dejarle claro que acercarse a mí solo le traería problemas antes de que fuese demasiado tarde. 

–Estaba tomando un poco el aire –respondió él–. ¿Cuál es tu escusa?

–No p... –empecé a decir, pero me corté a mí misma. ¿Por qué tenía que saber Calum que no podía dormir por la estúpida historia de los espejos de Zack? No quería parecer más débil de lo que ya era, así que en su lugar, dije:– Hacía mucho calor en mi tienda de campaña.

Empecé a caminar, alejándome del campamento, y supuse que Calum me seguiría. Si seguíamos hablando ahí, era probable que la gente se despertase y no era plan de que fastidiáramos la noche a todo el mundo.

–Bueno, ¿cómo estás? –me preguntó cuando llegamos a un pequeño claro lo suficientemente apartado del campamento.

–Bien –mentí.

La verdad era que no quería hablar con él, y no por Kate o algo parecido, sino porque había salido a tomar el aire y pensar un poco, simplemente para despejarme y estar un rato a solas conmigo misma. Y, por alguna razón, siempre que Calum estaba presente me costaba mantener la mente clara y en calma.

–¿Puedo hacerte una pregunta? –habló de nuevo.

–¿Por qué haces tantas preguntas?

–¿Por qué nunca las respondes?

Me quedé callada. Eso no era verdad, yo solía contestar a las preguntas que se me hacían, pero el problema era que no me apetecía estar hablando con él. Nos quedamos en silencio por un tiempo, sentados en el césped de un claro, y eso me pareció fantástico. Creía que tenía muchas cosas en las que reflexionar, pero al estar ahí con Calum no me sentía capaz de pensar en nada que no fuera él.

¿Por qué se empezó a juntar con Kate?

Porque ella está buena, es perfecta, popular y tiene muchos amigos. Todo lo contrario a ti, me recordó mi subconsciente, siguiente pregunta, Chloe. Intenta que la próxima no sea tan obvia.

El silencio del bosque me tranquilizaba, y esa era una de las muy pocas cosas que me encantaban sobre aquella estúpida excursión. Otra era que perdía catorce días de clase. Y, la más importante, en la mitad de la nada, sin las luces y contaminación de la ciudad, las estrellas relucían de una forma especial.

Let's be Unpredictable.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora