Capítulo 80.

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Abrí los ojos y, seguidamente, los volví a cerrar. Un pinchazo de dolor cruzó mi cráneo al sentir un rayo de sol entrando por la ventana, que tenía la persiana subida a medias, chocarse contra mi rostro.

Intenté recordar la noche anterior.

Me venían a la cabeza momentos sueltos de la fiesta, la música retumbando en mi cabeza, el alcohol quemándome la garganta… Casi sentí ganas de vomitar.

Volví a abrir los ojos un poco más despacio y miré alrededor. Las paredes azules me indicaban que seguía en la habitación de Luke. Recordaba haber entrado y haberme tumbado en la cama, y también haberle pedido que se quedara conmigo. ¿Pero había pasado algo más?

Miré a la mesilla que había al lado de la cama y, específicamente, el vaso de agua y la pequeña pastilla que había al lado de un papel doblado. Una nota.

Estiré el brazo para cogerla y la abrí.

Te hará sentir mejor.

-L

Miré el vaso lleno de agua y la pastilla que lo acompañaba. Gruñí; odiaba tomar medicamentos. Pero odiaba aún más sentirme como si me hubiesen pasado por encima quince camiones uno tras otro.

Me incorporé en la cama, me llevé la pastilla a la boca y tomé un trago del vaso de agua. Después bebí hasta vaciarlo por completo.

Volví a tumbarme y miré al techo. Vino a mi cabeza el momento en el que Luke me besó. Abrí los ojos mucho y fruncí el ceño. Recordé también el momento en el que Calum llegó y el juego y…

Ugh.

Resoplé y cerré los ojos con fuerza.

Me relajé un poco e intenté dejar de pensar por un momento. La cabeza me iba a explotar y esa estúpida pastilla no parecía estar haciendo ningún efecto.

Me tumbé de lado, con las manos bajo la almohada y miré al frente. Lo único que me vino a la cabeza fue que era lunes. ¡Lunes! Día de instituto.

-Mierda –susurré mientras me daba con la palma de la mano en la frente. Aunque no hice nada.

Bueno, de todas formas no me veía capaz de aguantar mucho allí con este dolor de cabeza. Solo de pensar en tener que centrarme en lo que los profesores decían, escuchar a todo el mundo hablar en la cafetería y, sobretodo, escuchar la irritable voz de Kate, me levantaba dolor de cabeza. Más aún.

Me levanté de la cama y caminé hacia la puerta para salir. Miré desde arriba la planta baja, que no tenía nada que ver con lo que había sido la noche anterior. Todo estaba iluminado por la claridad que entraba a través de las ventanas y todo parecía estar perfectamente colocado e impecable. No había rastro alguno de la fiesta.

Bajé los escalones, pisando con cuidado cada peldaño, con la cabeza rebotándome por el mareo y, cuando llegué abajo del todo, me dirigí al salón. No había nadie.

-¿Por fin te has despertado, Bella Durmiente? –la voz de Luke sonó a mis espaldas, sobresaltándome.

Me giré despacio, ya que sabía que si lo hacía de otra forma acabaría más mareada aún, y le miré. Llevaba puesto un pantalón ancho de chándal y una camiseta gris de tirantes. Su pelo estaba levemente revuelto y no había ni rastro de la gomina que siempre solía llevar.

-Qué raro es mirarte cuando tu pelo no está erecto –dije sonriendo de lado.

Él levantó las cejas, cruzó los brazos por encima de su pecho y se apoyó en el marco de la puerta de la cocina sin dejar de mirarme.

Let's be Unpredictable.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora