Capítulo 26.

1.3K 49 1
                                    

Los caballos corrían uno junto a otro mientras el aire chocaba contra sus cabezas y hacía revolotear el cabello que crecía en su crín. Terminaba de retocar algunas partes de la cola del caballo más grande cuando la voz de la profesora de literatura inglesa me sobresaltó.

-¿Señorita Sherman?

Mi mano se movió en un acto reflejo, esbozando una raya oscura de grafito de una parte a otra del cuaderno. Lo cerré rápidamente. 

-¿Sí? -Respondí, levantando la cabeza para posar mi mirada en ella. No me había enterado de absolutamente nada de lo que había estado diciendo pero sabía que hablábamos del famoso libro de Mary Shelley, Frankenstein. 

-¿Ha escuchado mi pregunta? -Preguntó ella, sosteniendo ese pequeño libro entre sus manos. Todos en el aula se habían girado para mirarme y sus ojos se clavaban en mí, expectantes.

-No, señora -Admití sin apartar la vista de ella, no dejándome intimidar por todos los ojos que observaban, en esos momentos, mis acciones.

-¿Ha estado prestando atención siquiera? -Preguntó de nuevo esbozando una sonrisa. Era de esas sonrisas que sólo los profesores podían formar, esas que decían ''eres un desastre'' de una forma profesional. 

-Bueno, erm... No... -Dije, esta vez bajando la mirada hasta mi bloc de dibujo. 

-Claro que no, ¿qué hacía entonces, señorita Sherman? -Preguntó y sentí cómo mi rostro palidecía - Déjeme ver lo que tiene ahí. 

Señaló el cuaderno y sentí que el mundo se me venía encima. No iba a darle mi cuaderno. Ninguno de esos dibujos estaban bien y eran personales. Malditamente personales. Lo cogí y lo posé sobre mis rodillas.

-Eso era una orden, Chloe -Aclaró ella, colocando la palma de su mano boca arriba, invitándome a dejar mi cuaderno ahí. Suspiré y después de pasear la mirada por la clase, me levanté despacio, con el cuaderno entre mis manos y se lo entregué. Cuando fui a dirigirme de nuevo a mi sitio, ella ordenó que me quedara aquí -. Enséñenos, señorita Sherman, lo que hacía mientras el resto de la clase estaba prestando atención a mi explicación.

Entonces me entregó de nuevo el cuaderno y yo lo cogí con las dos manos. Mire a Calum, que estaba al final de la clase, al lado de Sarah. Esa chica era una completa idiota y ni siquiera lo sabía. Babeaba por Calum. Le miré y él tenía la mirada clavada mi, pero no me miraba como el resto. Él parecía confuso mientras el resto de mis compañeros parecían estar eufóricos por el hecho de que a la imbécil de clase le cayera una bronca. 

-No creo que... -Empecé a decir, mirando de nuevo a mi profesora. Pero su mirada me hizo callar, había tanta determinación en ese azúl oscuro que supe por mí misma que no iba a escaparme. 

Volví a mirar a Calum mientras pasaba las páginas, buscando el último dibujo que había hecho. El de los caballos. No iba a negar que había estado pensando en él cuando lo hice, pensaba en las pocas noches que pasamos montando y en lo divertido que eso fue, una experiencia nueva y llena de adrenalina... Sabía que él lo iba a saber, y yo no quería eso. Pero él siempre se daba cuenta de todo. 

Encontré el dibujo por fin y lo miré durante unos instantes. Estaría tan claro para él... Me había costado una semana, desde que volvimos del viaje al monte Breinware, conseguir alejarme de él. Calum había intentado acercarse a mí un par de veces y yo le había convencido de que se alejara de mí, de que no sentía nada y de que creía que todo fue un error. Un maldito error. A pesar de que él seguía estando en mi clase de dibujo y en algunas otras clases obligatorias, había conseguido alejarlo la mayor parte del tiempo de mis pensamientos. Excepto cuando dibujaba. 

Let's be Unpredictable.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora