Capítulo 52.

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Me levanté de la mesa y él hizo lo mismo, después me dirigí a las escaleras mientras mi mente se volvía a contradecir una y otra vez.

Esto está mal. Vuelve a las clases.

Tienes que empezar a confíar.

¡Da media vuelta y céntrate en estudiar!

¡A quién le importa la física!

Mal. Mal. Mal.

Calum. Calum. Calum.

Y realmente sentía que explotaría en cualquier momento si no decidía, de una vez por todas, a qué versión de mi mente debía escuchar.

-¿A dónde vamos? -Preguntó Calum mientras subíamos las escaleras. No contesté.

Me sentía nerviosa y emocionada pero a la vez asustada. Asustada porque no sabía si estaba preparada para aquello. ¿Y si a Calum no le gustaba lo que hacía? ¿Y si le parecía una completa basura? ¿Y si se reía?

Venga, me dije a mí misma, es Calum.

Tenía miedo de abrirme tanto a él. Pero ya sabía lo de mi padre, ¿qué eran unos cuadros en comparación a aquello? Me decía eso una y otra vez, pero sólo conseguía ponerme aún más nerviosa.

Cuando llegamos a la segunda planta, seguimos subiendo hasta la buardilla. Y ahí estaba el momento.

-Tienes que prometer que no vas a reírte de nada de lo que veas -Dije mientras miraba el pomo de la puerta -. Y que no vas a tocar nada. Ni preguntar demasiadas cosas. Supongo que eso será lo más difícil para ti.

-Sin lugar a dudas -Contestó, divertido.

Muy bien. Allá iba.

Uno.

Dos.

Tres.

Giré el pomo y entré, seguida por Calum. Ese tan familiar olor a pintura y lienzo fresco me inundó y me recofortó de una manera extraña.

Ya estaba hecho.

Me quedé apoyada en la puerta mientras veía a Calum pasear por la habitación, posando su mirada en todo lo que podía. Había algunos cuadros míos colgados en las paredes, pero la mayoría eran de mi madre.

Todos los que yo había pintado estaban sobre el escritorio que había colocado al lado del atril, en el que también había uno a medio terminar. No estaba segura de nada de eso, de Calum viendo mi trabajo, inspeccionando cada recoveco de la habitación, estando en mi segundo lugar favorito en el mundo.

Pero no había vuelta atrás, eso estaba más que claro.

-¿Tú has pintado esto? -Dijo, sacándome de mis pensamientos.

Le miré, esperando que estuviese señalando alguno de los cuadros de mi madre. Pero no era así. Señalaba uno de los cuadros de al lado, obra mía. Me emocioné por un segundo, antes de pensar en la inexperiencia artística que tenía cuando lo pinté. Había muchos fallos, ni siquiera estaba bien.

-Sí, es mío -Dije en un tono un poco más bajo. Me daba mucha vergüenza. No debería haberle dejado subir. Todo estaba mal. Mis cuadros no eran gran cosa, no valían la pena.

Me levanté del sillón y me dirigí a donde él estaba.

-Bueno, creo que ya es suficiente, deberíamos volver a... -Empecé a decir mientras tiraba de la camiseta de Calum. Él se apartó de mí mientras seguía mirando la habitación y me callé. No me iba a hacer caso. Principalmente porque no me estaba escuchando. Y porque nunca me hacía caso. Siempre hacía lo que quería. Porque era Calum.

Let's be Unpredictable.Where stories live. Discover now