Capítulo 53.

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-No sé qué estaba haciendo -Dije mientras dirigía mi mirada al suelo. Estaba avergonzada de ello. No debería haberle besado, estaba siendo una estúpida. Él ya tenía a Kate, él no había querido besarme... 

¿Entonces por qué mierdas te pide que sigas con ello? susurró mi subconsciente, eres stúpida.

Ya lo sabía.

No eres nada. 

No le importas a nadie. 

Eres una imbécil. 

Deja de hacer el ridículo. 

Das pena. 

Después de un rato de silencio, Calum se inclinó sobre mí y juntó sus labios con los míos durante más tiempo del que yo lo había hecho. Posé mi mano sobre su nuca y jugué con su pelo por unos segundos. Seguimos besándonos y me di cuenta de la necesidad que tenía de tocarle, de estar en contacto con él. Aunque estuviese mal.

-Hacías algo así -Susurró cuando nos separamos para calmar nuestras respiraciones. 

Me esforcé para que mi corazón se relajara con sus malditas pulsaciones, pero no había forma de regular nada en aquel momento. Calum volvió a besar mis labios y después dirigió sus besos a mi oreja.

Oh, dios, pensé, la oreja no. 

Besó la parte de atrás y después jugó con mi lóbulo, mandándome escalofríos por todo el cuerpo, haciendo que tanto mis manos como mis labios temblasen. Con la tontería, habíamos acabado tumbados en el sillón, él encima mía, con sus brazos a ambos lados de mi cabeza. 

No teníamos que hacer esto. No debería haberle besado. Sólo teníamos que hablar y aclararlo todo. Si seguíamos con esto, después todo iba a ser más confuso aún. Necesitábamos comunicación verbal, no esto. 

Pero, de alguna manera, conseguí dejar a un lado esos pensamientos razonables y entregarme a la parte más imprudente de mí misma.

No me conocía a mí misma en el momento en el que decidí empezar a besar su cuello. Ni siquiera sabía qué estaba haciendo, sabía que no tenía experiencia, y él también lo sabía, pero, de alguna forma, sabía qué quería hacer y sólo me dejaba llevar por mis impulsos. 

Algo que sabía que no debía hacer. Pero me importaba una mierda.

La respiración de Calum era pesada cuando empecé a succionar la piel delicada de su clavícula, subiendo hacia el cuello de nuevo. Depositaba pequeños besos a lo largo de su piel, chupaba ciertas partes, mordía algunas otras. 

No era yo. No podía ser yo. 

Y no estaba bien. 

No está bien. No está bien. No está bien. No está bien. No está bien. No está bien. No está bien.No está bien. No está bien. No está bien. No está bien. No está bien. No está bien. No está bien.No está bien. No está bien. No está bien. No está bien. No está bien. No está bien. No está bien. 

No estaba bien, pero no quería parar. 

Aunque tuve que hacerlo, ya que el timbre sonó, haciendo que ambos contuviésemos nuestra respiración por unos segundos. Después de dos segundos pensándolo, decidí que me importaba una mierda quién estaba fuera o qué quería.

Volví a centrarme en Calum. 

Junté mis labios con los suyos de nuevo y dejé que nuestras lenguas jugasen, primero de una forma suave y lenta, después más rápido e intenso.

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