Capítulo 20.

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Cabalgamos, después de diez minutos practicando el tema de subirme en el caballo y esas cosas que Calum había olvidado enseñarme la primera vez que monté, exponiéndome a que cayera y me rompiera una maldita de pierna por falta de experiencia. Después de un tiempo de carreras, decidimos parar en el mismo sitio en el que decidimos pararnos a descansar el día anterior.

-Bueno -Dijo Calum, abriendo conversación cuando los dos estábamos ya sentados en el césped húmedo de la colina, observando cómo nuestros nuevos amigos olisqueaban las plantas -, ¿vas a decirme de qué se trataba esa pesadilla?

-¿Tengo por qué hacerlo? -Contesté, tumbándome en el suelo para tener una vista periférica del firmamento que se alzaba sobre nuestras cabezas.

-¿Tenía yo por qué mentir sobre besarte? -Respondió a mi pregunta retórica.

-Touché -Concluí con un acento imitado que resultaba más horrible cuando lo decía que cuando lo pensaba.

-Quiero hablar sobre eso -Dijo él, tumbándose a mi lado.

-¿Sobre el hecho de mentir a todos? No tienes por qué hacerlo, me da igual -Mentí.

No iba a empujar a Calum a hacer algo por mí cuando él no estaba interesado en ayudarme en absoluto o se arrepentía de haberlo hecho. A lo mejor le habían dicho algo sobre eso... Podría haber millones de comentarios despectivos hacia Calum por el simple hecho de haberme besado.

-No, no sobre eso -Dijo, negando lentamente con la cabeza -. Sobre tú no habiendo besado a nadie nunca.

-Oh.

-¿Cómo es eso? -Preguntó con un tono de voz curioso.

¿Cómo que ''cómo es eso''? Su estupidez llegaba a límites insospechados. Esa pregunta era como preguntar: ¿Cómo es eso de que el Sol sale todas las mañanas? ¿Cómo es eso de que el cielo es azul? ¿Cómo es eso de que vemos en color mientras que los perros ven en blanco y negro? ¿Cómo es eso de que estamos compuestos por doscientos seis huesos? ¿Cómo es eso de que tenemos veinte dedos, veinte uñas, veintiún órganos, incontables poros y sólo dos ojos, una boca, una nariz y dos orejas?

Simplemente era así.

Y ya está.

-¿Qué clase de pregunta es esa? -Pregunté de vuelta.

-Deja de contestar a mis preguntas con otras preguntas -Pidió él mientras fruncía el ceño.

-Deja de hacer preguntas estúpidas.

-No es estúpida -Dijo -. ¿Nunca has tenido novio, Sherman?

-No es de tu incumbencia -Solté sin más, evitando su mirada.

-Eso significa que no.

-¿Sabes? Aunque creas que lo sabes todo, no es así.

-No creo que lo sepa todo.

-Te comportas como si fuera así.

-Es un método de conquista.

-Impresionante -Exclamé irónicamente.

Silencio.

-Quiero saber sobre ti -Cambió de tema.

-Bien, pregunta -Dije, sabiendo exactamente las consecuencias de mis palabras y pasándolas por alto. Me había, en ese justo momento, propuesto contestar todas las preguntas que Calum me hiciera. Porque yo sabía más cosas de Calum de las que él sabía de mí, y eso no era justo. Aunque tampoco quería darle toda la información que él quería, porque, muy a mi pesar, la mayor parte de mí seguía sin confiar del todo. Nunca iba a conseguir confiar. Y eso me irritaba.

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