Capítulo 71.

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Se levantó y me tendió una mano para elevarme a mí también y andamos lentamente al sofá, que estaba a unos tres pasos de distancia. Me tiré boca arriba sobre los cojines y le miré sonriendo. En mi interior estaba gritando y temblando y entrando en pánico.

Él se dirigió por un momento hasta el lugar donde había tirado sus pantalones y sacó algo del bolsillo trasero que, a causa de la poca luz que había en el cuarto, no pude ver bien. Después volvió al sofá y, despacio y con cuidado, se colocó encima de mí, sus brazos a ambos lados de mi cabeza.

Le besé porque si seguíamos parados iba a acabar pensando y pensando y pensando. Y cuando pensaba todo acababa jodiéndose. Así que era lo mejor.

-Chloe  –dijo colocando una mano sobre mi mejilla y apartándose un poco de mí -. Quiero que estés segura de todo esto.

-Estoy segura –susurré mientras acariciaba su pelo y sentía los nervios yendo a más en mi interior.

-Si te duele o no te sientes a gusto podemos parar –insistió él mirándome fijamente a los ojos–. Solo dímelo, ¿vale?

-Vale –asentí.

Cuanto más tiempo pasaba, más nerviosa estaba. Se me retorcía el estómago y me temblaban levemente las manos. Y un montón de preguntas flotaban en mi cabeza mientras él empezaba a quitarme la ropa interior. Tenía mil dudas sobre qué pensaría de mi inexperiencia, de mi cuerpo, de mi actitud, de si le gustaría, si consideraría todo aquello un coñazo, si quería de verdad hacer aquello en ese justo momento, en ese mismo lugar.

Después me besó y todo parecía ir lento, a excepción de mi cabeza, que trabajaba a la velocidad de la luz. Estaba pensando en tantas cosas a la vez que ni siquiera podía distinguir entre cada pensamiento. Hasta que, de repente, todo se esfumó. Cuando ambos estuvimos completamente desnudos pude ver un pequeño envoltorio plateado entre sus manos, aquello era lo que había sacado de sus pantalones: un condón. Lo abrió y se lo puso para después mirarme a los ojos.

Dios mío.

Respiré hondo.

Entrelazó su mano con la mía y, cuando le miré, su mirada lo dijo todo.

Cerré los ojos con fuerza; allá íbamos.

-¿Estás preparada? –susurró después de besarme. Asentí con la cabeza, no tan segura como intentaba hacer ver.

Al principio me sorprendí porque siempre había creído que la primera vez era la más dolorosa, todo el mundo decía eso y, por lo tanto, lo había creído. En ese momento, sólo era como una ligera molestia, pero no llegaba a doler. Mi respiración se aceleró y el pelo se pegaba a mi frente a causa del sudor. Podía escuchar la respiración de Calum por encima de la mía. Abrí los ojos por un momento.

-¿Estás bien? –preguntó él en voz baja mientras se quedaba quieto por un momento. Yo asentí con la cabeza. No podía hablar. Levanté el brazo con dificultad y apoyé mi mano sobre su cuello, haciendo que mis dedos quedasen enlazados con su pelo levemente. Él me miró por unos instantes y se inclinó para besar mis labios – ¿Quieres que siga?

Volví a asentir con un movimiento de cabeza. Pensé en hablar, pero no podía controlarme en ese momento. Mis labios temblaban y mi garganta se había secado casi por completo. Apreté su mano con fuerza cuando continuó, lentamente. Entonces sí empezaba a doler. Cerré mis ojos con más fuerza y respiré pesadamente. Volví a coger aire. Entonces entendí a lo que se refería todo el mundo y deseé con todas mis fuerzas que solo doliera de aquella forma la primera vez.

-Tranquila –susurró él mientras apretaba mi mano levemente. Todo parecía arder a mi alrededor, y todo era más rápido y confuso.

Abrí los ojos para mirar a Calum, él intentaba mantener también los ojos abiertos para poder mirarme y comprobar que estaba bien, pero, por lo que podía observar, le estaba costando bastante. Su frente brillaba del sudor y él suspiraba pesadamente, gemía en voz baja e intentaba sacar autocontrol de donde no lo tenía.

Let's be Unpredictable.Where stories live. Discover now