All the young dudes (traducida)

Sexto año: La larga noche

Ella no era lo que esperaba. Bueno, no sabía qué esperar, pero ciertamente no era esto. Tenía un cuerpo pequeño, pero tenía el porte de alguien mucho más alto. Sus afilados rasgos angulosos se hicieron más severos por su cabeza rapada y sus enormes ojos gris niebla que se enfocaron en él con el brillo de un depredador. Tenía la boca ancha y su labio se había partido en algún momento y había sanado mal. Ella también tenía cicatrices; tantos como él, pero casi invisibles bajo un complejo encaje de pequeños tatuajes circulares, girando en espiral a través de su piel curtida por la intemperie en secuencias imposibles de rastrear.

-Remus Lupin-, dijo, en voz baja y grave. Tenía una sonrisa horrible y amenazante. Ella mostró todos sus dientes, que estaban en mal estado, descoloridos y desiguales. -Te he estado esperando, querido.-

Sacó su varita de inmediato, adoptando una postura de duelo.

-¡Tira eso!- Ella gruñó, levantando una mano - sus uñas eran largas, amarillas y con garras, sucias de tierra.

Su varita cayó al suelo y jadeó. Remus estaba congelado en el lugar. Ella estaba a solo unos metros de distancia, y su varita estaba al alcance, pero no podía mover un músculo. Ella se rió, su aliento rígido y blanco en el aire invernal, -Te vi aquí en Nochebuena-, dijo. Señaló el callejón oscuro, -Te vi allí, con el humano. Los seguí a ambos -.

-¿Qué deseas?- Preguntó, firmemente, mirándola hacia abajo. Era repulsiva, impura; su capa era de piel de animal enmarañada pesada, plagada de piojos y otras alimañas. Apestaba a bosque, podredumbre y sangre. A pesar de esto, algo lo atrajo, algo familiar, seguro y acogedor. Manada , le dijo el lobo, un gruñido bajo desde algún lugar del interior.

-Queremos que, hermano.- Dijo, dando un paso adelante.

Ella bajó la mano y él sintió una especie de relajación en los músculos y retrocedió automáticamente.

-¿Nosotros?- Preguntó, encontrando coraje ahora que podía moverse de nuevo. Cogió su varita y ella se lo permitió.

-Nosotros.- Dijo, dando un paso adelante de nuevo. Caminaba con un pie delante del otro, como un animal. Sus pies estaban descalzos sobre los adoquines, negros de suciedad.

-¿Quiénes somos 'nosotros'?- Preguntó, mirando hacia atrás, rápidamente. Casi estaba en la puerta. Si retrocedía lo suficiente, sería visible desde el interior de las ventanas del pub.

-Tu familia, Remus Lupin.-

-¿Correcto?- Preguntó, todavía distraído por su avance hacia el pub. Tenía que acercarse a la gente . -Bueno-, intentó sonriendo, -si somos familia, será mejor que te invite a una copa ...-

-Apestas a terror humano, Remus Lupin.- Dijo, inclinando la cabeza hacia un lado.

-Lo siento-, dijo, encogiéndose de hombros. -¿Quieres beber o no?-

-Si me agrada.-

-Genial ...- abrió la puerta con cierto alivio y entró en el mugriento pub. Nunca se había sentido realmente -seguro- en The Hog's Head, pero nunca se había sentido tan feliz de estar rodeado de otros magos; oscuro o no. Quizá fueran cinco o seis, incluido el viejo barman de barba blanca. Algunos clientes levantaron la vista por debajo de sus capuchas cuando entraron los dos hombres lobo, pero si tenían alguna pista sobre la situación, no dieron señales de ello.

Se sentó en una mesa, sin apartar los ojos de Remus por un momento. No pidió bebidas, simplemente se sentó frente a ella. Puso ambas manos sobre la mesa, sintiendo que esta era la opción más segura; esperando que ella se diera cuenta de que él no planeaba atacar.

-Entonces. Sabes mi nombre. ¿Cual es el tuyo?- No sabía de dónde había venido esta actitud arrogante, si era una locura momentánea o simplemente el resultado de su propia estupidez, pero lo mantenía a salvo por ahora.