La guerra: verano de 1979

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Monta el viento azul, alto y libre

Ella te guiará a través de la miseria

Dejarte bajo, llega el momento de ir

Solo y bajo, lo más bajo que puede ser.

La boda de Lily y James estaba programada para finales de septiembre. Iba a ser un asunto relativamente pequeño (miembros de la orden y amigos de la escuela, en su mayoría) y se llevaría a cabo en la propiedad de los Potter. Esperaban que el clima fuera lo suficientemente agradable como para tenerla en los jardines, pero incluso si llovía, había mucho espacio en el interior.

Después de hacer tanto alboroto en la noche del regreso a casa de Remus, Sirius estaba claramente muy avergonzado por cómo había actuado, y lo compensó haciendo casi cualquier cosa que James y Lily le pidieran. Pidió batas de gala para los chicos de Madam Malkin's, fue a recoger los anillos al joyero y ofreció toda su colección de discos para usar en la recepción.

Remus, que nunca había estado en una boda, trató de quedarse atrás. Por lo que él sabía, su deber como padrino de boda era aparecer, evitar que la cabeza de Sirius explotara y asegurarse de que ninguno de los miembros de la familia muggle de Lily viera algo demasiado marcado.

El acto de contrición más loco de Sirius fue escribir a mano todas las invitaciones. Su talento para la caligrafía seguía siendo uno de los secretos más oscuros de Sirius (y la cosa favorita de Remus para burlarse de él) pero estaba decidido a ser el padrino perfecto, por lo que se sentó encorvado sobre la mesa del comedor una tarde y trabajó en ello durante una sólida cuatro horas.

-¡Cincuenta y ocho!- Sirius dijo, triunfalmente, terminando la última invitación con una floritura de su pluma.

-Bien hecho,- dijo Remus, mirando por encima de la parte superior de su periódico, -¡Ahh, mira tu bonita letra! ¡Tan delicada! -

-¡Mejor que tu rasguño de pollo!- Sirius sacó la lengua.

-Simplemente no le digas a nadie que los hiciste-, le aconsejó Remus, -o empezarás a recibir solicitudes-.

-¿De verdad crees que son tan buenos?- Preguntó Sirius, levantando uno hacia la luz para inspeccionar los delicados espirales de tinta negra.

-Son preciosos. De Verdad.- Remus dijo con cariño.

-Bueno, esta es la única vez que lo estoy haciendo-, dijo Sirius, ordenando la pila, -Esta es la única boda que apoyaré-.

-¿Y si Mary se casara? ¿O Pete?

-Aparecería y me emborracharía, pero en secreto odiaría cada minuto-.

-Muy razonable-, asintió Remus.

-Otra cosa por la que puedes culpar a la noble y más antigua casa de Black -. Sirius dijo: -¿Sabes a cuántas cenas de compromiso y bodas he asistido? Ugh. - Se estremeció visiblemente. -Así que lo siento, Moony, pero nunca me convertirás en un hombre honesto-.

-Oh, y estaba a punto de proponerte matrimonio-, dijo Remus secamente, levantándose, -¿Té?-

-Por favor.- Sirius asintió, frotándose los nudillos doloridos.

Remus entró a la cocina, golpeando la tetera con su varita, habían ido a buscarla el mismo día que la túnica. Le había recordado un poco a Remus que iba a buscar sus zapatos escolares cuando era niño; Ollivander lo midió y luego tarareó y suspiró y murmuró para sí mismo en voz baja. Había hurgado en el almacén y había comprado caja tras caja de varitas para que Remus las probara. Finalmente, se decidieron por un número de ciprés flexible, con un núcleo de pelo de unicornio.

All the young dudes (traducida)Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora