La guerra: La manada

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Érase un sol

Antes de la campana final

Le conté mi historia al chico grande

Con conexiones directamente desde el infierno.

Su violín era su amada,

Él era su novio favorito

Y escúchame decir que era todo lo que estaba jugando

Esas canciones de hace mucho tiempo.

Y luego le conté mi historia al rey caníbal

Dijo bebé, bebé, sacude esa cosa.

Sábado 13 de enero de 1979

Primera luna

-Odio esto.- Dijo Sirius, fumando un cigarrillo tras otro.

-Sé que lo haces.- Remus respondió. Se frotó las sienes. Le estaba dando dolor de cabeza, no raro en luna llena.

-Quiero decir que realmente odio esto-. Sirius resopló, mirando por la ventana. Se quedó allí, con un brazo cruzado sobre su estrecha cintura, el otro brazo doblado a la altura del codo para poder llevarse el cigarrillo a los labios. Tuvo que seguir estirándose de puntillas para soplar el humo por el hueco de la ventana; hacía demasiado frío para abrirla por completo. Cada vez que levantaba la mano, su camiseta le llegaba casi hasta el ombligo, mostrando una piel suave y una línea de fino cabello oscuro.

Remus yacía en el sofá, con una franela fría en la frente, viendo a Sirius inhalar, estirarse, soplar. Que encantadora criatura encantadora. ¿Cómo había tenido Remus tanta suerte?

-Es una maldita locura enviarte por tu cuenta. ¿Por qué no puedo ir contigo? Podría ir como Canuto -.

-No.- Remus suspiró, -Aún hueles a humano. Te destrozarían -.

-¿Y si te a ti destrozan?- Sirius se volvió bruscamente. Parecía angustiado, sus mejillas estaban rosadas, lo cual era increíble para el cutis de él de porcelana.

-¿A mi?- Remus resopló, tratando de sonar descuidado, -¿El hijo pródigo de Greyback? No es probable.-

-¿Qué es un hijo pródigo?-

-Oh cierto, eh... solo significa que voy a recibir una cálida bienvenida. Gaius dijo que no me hiciera daño. Livia me llamó su hermano -.

-¿Puedo ir contigo un rato? ¿Justo antes de que aparezca alguien más?

-No es seguro, Canuto-. Remus dijo, gentilmente.

Sirius apagó enojado su cigarrillo en el alféizar de la ventana. Remus deseaba que dejara de hacer eso, tendrían que volver a pintarlo pronto, pero ahora no era el momento de regañarlo. -¿Por qué no vas a casa de los Potter?- Sugirió: -No pases la noche aquí solo-.

-No me importa dónde paso la noche-. Sirius se dejó caer en el sillón.

-Bueno, a mi si-, gruñó Remus, -necesito saber a dónde ir después de que se ponga la luna-.

-Mierda, sí-, Sirius se sentó, echándose el pelo hacia atrás, -Ok, iré con los Potter, entonces si necesitas algún parche, Euphemia estará disponible. Joder, ¿y si no puedes aparecer? Que si tu---

-Enviaré un patronus-.

-Pero si no eres lo suficientemente fuerte ...-

-Lo seré.- Remus respondió simplemente. Iba a un bosque encantado, según las coordenadas que había enviado Moody. Si había la mitad de la magia que había en el Bosque Prohibido, entonces Remus no previó ningún problema para salir. A menos que alguien con la misma fuerza intentara detenerlo, pero él estaba tratando de no pensar en eso.

All the young dudes (traducida)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora