Séptimo año: Navidad Parte 2

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El suelo tembló y Remus cerró los ojos con fuerza, boca abajo sobre los adoquines. Todo después de ese momento, ver las cabezas de Lily y James girar, antes de que el edificio frente a ellos explotara, todo después de eso tenía tan poco sentido. Todo fue demasiado lento o demasiado rápido, y Remus descubrió que no reaccionaba de la forma habitual: estaba débil, asustado, su comprensión confusa. Se sintió aturdido.

Levantaron la cabeza, él y Sirius, demasiado tiempo después de que todo se calmara, cuando la gente a su alrededor ya estaba de pie y gritaba o lloraba. Definitivamente alguien estaba llorando, una mujer. Eso parecía el más ruidoso de todos. Y alguien riendo, también, una carcajada fina y afilada en la distancia, pura alegría.

El Callejón Diagon parecía el lugar de una bomba. Las tiendas que habían sido destruidas eran como dientes rotos en unas fauces abiertas; extrañas manchas azules del cielo donde debería haber algo más. Era difícil ver mucho en el nivel del suelo, pero entrecerraron los ojos a través del polvo que se asentaba en la calle hacia Gringotts, de donde parecía provenir la mayor parte del ruido.

-¡Ustedes dos!- Siseó una mujer, viniendo hacia ellos desde atrás, hurgando entre los escombros, con la varita levantada, -¡Regresen! ¡Detrás de mí!- Ella se adelantó. Su túnica era de color granate oscuro, un uniforme de auror.

-¡James!- Sirius se atragantó, su voz extraña y estrangulada por el terror. Se puso de pie con dificultad, su túnica toda polvorienta y su cabello lleno de hollín. Medio corrió, medio tropezó, hacia el agujero en el cielo donde había estado la tienda de suministros de quidditch, minutos antes.

-Sirius no ...- Remus tosió, débilmente, siguiéndolo, sintiéndose estúpido y pesado.

-¿¡James!?- Sirius estaba gritando, pero mucha gente gritaba.

-¡Sirius!- Remus tosió de nuevo, tratando de mantener el ritmo, pero se había lastimado la cadera cuando golpeó el suelo, y sus oídos todavía zumbaban, y sus ojos comenzaban a ponerse borrosos mientras se limpiaba las lágrimas con las muñecas polvorientas. -Sirius--

-¡SANGRE DE SUCIA FUERA!-

Remus cayó de rodillas, tapándose los oídos, y no fue el único. La voz parecía estar justo detrás de él, dentro de su cabeza, estaba en todas partes. La multitud se quedó en silencio, finalmente, mientras todos miraban alrededor, parpadeando, buscando al dueño de la horrible e insidiosa voz.

Fuera lo que fuese lo que estaba pasando, estaba pasando más lejos. Remus podía oler la magia ahora y ver rayos de luz disparando a través de la nube de polvo que rodeaba a Gringotts. Podía oler a Moody y ... ¿Ferox? Quizás él. Y los mortífagos. A algunos los reconoció, a otros no, pero estaban allí, y había muchos. ¿Dónde estaba Sirius? Las ruinas de la tienda que estaban frente a ellos seguían sangrando humo, y Sirius había entrado directamente en ellas, el idiota.

Apretando los dientes y sin un poco de dolor, Remus se puso de pie de nuevo. Tenía que encontrarlos.

Los gritos de la batalla se hacían más fuertes, más desesperados; la mujer que le había ordenado a él ya Sirius que regresaran se había unido, y la conciencia de Remus le dijo que debía ir a ayudar. Pero James, Lily y Sirius ...

- ¡ Morsmorde !- La misma voz habló, cerca y lejos.

El humo que llenaba la calle parecía retorcerse y oscurecerse, expandiéndose y arremolinándose hacia arriba para formar una enorme serpiente entrelazada con un cráneo negro de ojos hundidos y gritando.

-¡Es él!- Un hombre cerca de Remus gritó: -¡Tú sabes quién!-

- ¡ Silencio !- Alguien más lo hechizó para que se callara. Una quietud extraña, más destellos: azul, verde, amarillo, rojo y luego ...

All the young dudes (traducida)Where stories live. Discover now