Segundo año: Regulus Black

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Metal Guru, could it be?

You're gonna bring my baby to me

She'll be wild, y'know a rock n roll child...

Remus agarró las asas de su vieja maleta maltrecha con los nudillos blancos, su estómago dando volteretas emocionados mientras observaba la bulliciosa multitud. La matrona lo había dejado correr hacia la barrera esta vez, aunque miró hacia otro lado en el último minuto, aterrorizada. Ahora ella estaba muy detrás de él, en el lado muggle de la estación, y no tendra que volver a verla durante diez meses.

Había tenido una terrible pesadilla la noche anterior en la que llegarían a King's Cross y no podrían pasar a la plataforma 9 9; nada de eso había sido real; magia, varitas, magos, sus amigos. Pero Remus trató de apartar estos pensamientos de su mente mientras miraba ansiosamente a su alrededor, buscando un rostro familiar.

-Te dejaron volver, ¿verdad?- Una voz fría interrumpió su búsqueda. -Los estándares realmente deben estar cayendo-.

Remus sintió que sus hombros se tensaban. ¡¿Por qué la primera persona con la que hablaba tenía que ser Snape ?!

-Piérdete, Snivellus-. Él escupió. Se enderezó, volviéndose hacia el chico de Slytherin con su mirada más cruel.

-Uf, ¿qué diablos es ese olor?- Snape arrastró las palabras, arrugando su enorme nariz. Remus se sonrojó, apestaba a antiséptico, lo sabía; La matrona había sido demasiado liberal esa mañana.

-¡Dije que te pierdas!- Remus murmuró, apretando los dientes y apretando los puños.

Vio a Severus retroceder, levemente. Remus sabía cómo se veía, había pasado dos meses sin magia, rodeado de chicos más grandes y duros que Snape. Estaba tan apretado como una trampa para osos y estaba listo para lanzar un puñetazo a la menor provocación.

-¡Oye, calvo!- Otra voz sonó sobre la multitud. Un chico con lentes y cabello negro azabache levantado en todos los ángulos estaba asomado a una de las ventanas del carruaje, saludando locamente a Remus.

Remus sonrió, olvidándose de que estaba tratando de asustar a Severus, y le devolvió el saludo. Se frotó la cabeza con timidez. Su cabello había crecido mientras estaba en Hogwarts, pero la matrona se lo había afeitado todo tan pronto como regresó a St. Edmund's, haciéndolo lucir como un matón de nuevo.

Lanzando una mirada sucia a Snape, Remus agarró su maleta y se apresuró a subir al tren, empujando a otros estudiantes para llegar al vagón donde sus amigos estaban esperando.

-¡Lupin!- Peter se levantó de un salto, emocionado. No sabía muy bien qué hacer consigo mismo una vez que se puso de pie; ciertamente no iban a abrazarse como niñas, y aparentemente los apretones de manos no estaban en orden. En cambio, Pettigrew le dio una palmadita torpe en el brazo, y Remus agarró el suyo a cambio.

-Hola chicos,- Remus sonrió, sus mejillas dolían de felicidad mientras se sentaba. -¿Cómo les ha ido?-

-¡Nosotros deberíamos preguntarte!- James se rió, dándole un puñetazo en el brazo. -¡Ni una lechuza en todo el verano!-

Remus miró a Sirius, furtivamente. Entonces no había mencionado la carta que Remus le había enviado.

-Sabes que soy prácticamente un muggle durante las vacaciones-, respondió, -ni siquiera podía entrar en mi baúl para hacer la tarea; lo cerraron con llave -.

Eso no era estrictamente cierto - Remus le había pedido a la matrona que guardara con llave sus cosas de la escuela, aterrorizado de que los otros chicos pudieran llegar a ellas. La tarea que no había hecho porque no había podido. Hubo un suave ruido de disgusto en la esquina. Remus miró hacia arriba, frunciendo el ceño.

All the young dudes (traducida)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora