Capítulo 62 - Dolor

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Capítulo 62

Elena

"DOLOR"

A la mañana siguiente, me trago toda la rabia y salgo en modo actuación al área de la piscina. Damián no deja de mirarme extraño tratando de traspasarme a través de los calcinantes rayos de sol. La débil mentira no cala en él. Mi amigo tiene la particular cualidad de conocer cuando le miento a la sociedad.

-Así que paseaste la playa dos veces – Dice con una ceja levantada y la mano jugando con el pitillo de su naranjada. La ironía se filtra en el comentario.

-Sí, fue muy relajante – Agrego con una media sonrisa forzada.

Entre ambos está el novio de Damián, con su atlético cuerpo en un bañador diminuto, bronceándose inocentemente, sin comprender que mi supuesto paseo fue todo menos relajante. Cuando me vieron llegar anoche se preocuparon pues ya estaban por recurrir a la policía para ubicarme. Fue entonces que me inventé el cuento de la larga caminata.

-Tu cara decía otra cosa – Deja el jugo en la mesita y se disculpa con el novio, mientras su mano se aprieta a mi antebrazo guiándome a una distancia prudencial de cualquier intrépido curioso.

-A ver, señorita Shang, puedes mentirle a cualquiera menos a mí. Te conocí en España, cuando dudabas de todo y contemplabas la amarga posibilidad de casarte con el elegido de papa. En esa época tenías la misma mirada insegura que luces ahora. Esa vez te dije que confiaras en ti, que eras la dueña de tu vida. Han pasado algunos años desde mi consejo, pero con gusto te lo repito.

Recuerdo ese episodio, allá en España no tenía amigos. Solo ese estudiante de intercambio de la Escuela de Diseño me despertó la confianza para abrir mi corazón. Damián era trasparente con su realidad. Asumió su sexualidad a muy corta edad, y de la misma manera llevó otros temas al estrado. Era irreverente, pero un estudiante excepcional. Rápidamente nos convertimos en inseparables. Por esa razón entiendo su rabia. Le estoy mintiendo en la cara. A mi mejor amigo le estoy mintiendo.

-¿Qué quieres que te diga? Realmente estaba dando un paseo...

-No es el paseo, es la expresión. No eres la misma desde anoche – Me interpela de nuevo - ¿Qué hiciste anoche, Elena Chang? Amaneciste transformada.

Es cierto. Ya no soy la misma. Ya no soy una mujer pura. Mis ojos luchan por no anegarse. Me niego a contar la historia de cómo me entregué al abogado de la mafia con la tonta convicción de encontrar su lado humano. Sería lo mismo que admitir el graso error.

-Son ideas tuyas – Me aflojo de su agarre y me sereno – El cambio fue mental, desde antes de iniciar el viaje a San Andres. Cuando culmine el contrato de arrendamiento volveré a Europa. Colombia no es para mí.

-¿Por qué, Elena? – El dolor de Damián es palpable. Su buena intención ha sido opacada por mi mala selección romántica – Te hemos tratado como una reina desde que llegaste. Te quiero, amiga ¿No lo entiendes? Me preocupo por ti, por tu bienestar físico y emocional. Yo sé que tu familia te dio la espalda al no hacer lo que pedían. Yo estuve contigo en la aventura de los cuadros extraños, en las galas en Paris, en el despecho de aquel idiota que intentó controlarte. Yo soy tu familia ahora.

Sí le cuento la verdad tomara represalias sobre Augusto. A nadie le gusta que le maltraten a un familiar. Damián es menos dócil de lo que demuestra. Es agudo en la defensa de lo que considera injusto. Estoy cansada de sufrir por una persona que escogió vivir en la oscuridad, y más que cansada estoy exhausta de prolongar el tema del abogado corrupto.

-No es por ti, es por mí. No soy mujer de raíces. Simplemente necesito nuevo aire – Y necesito sacarme este dolor de muy adentro. 

ENTRE LA ESPADA Y LA PAREDWhere stories live. Discover now