La gente conoce una parte de mí... la que les permito conocer...
Durante toda mi vida he construido la imagen perfecta, haciéndome acreedor del respeto consciente de una población que me idolatra como el santo que no soy. Mi éxito está basado en m...
El enemigo de mi enemigo me sorprende y me aterra. Él tampoco es mi amigo. Poco le importa mi dolor, en su mundo de alianzas lo que interesa es mantener una imagen libre de culpa, establecer contacto con personas claves y borrar a quien se interponga entre sus objetivos y él. Su humildad es una fachada.
Debería engrosar la larga lista de mafiosos renombrados y destronar a Frank Costello, máximo exponente de la podredumbre italiana en el mundo. Estoy atado a Mauro Benedetti, Jefe de una nueva casta de capos. Él no se expondrá como lo hicieron sus antecesores, él será mejor que ellos. No está por mis intereses, eso lo estableció en el instante en que me exigió desistir en mis pretensiones de limpiar la imagen de Edgardo. Prefiere que yo esconda mi basura bajo la alfombra de mi pobre hermano muerto. Me dijo que ya se está encargando de ubicar a Sergio Blanco y de acabar con el problema.
-Fui débil – Se lamenta – Es preferible cargar con la culpa que vivir con el miedo. Al enemigo no se le da advertencias, se le elimina.
-¿Qué harán cuando lo encuentren?
Sonríe con malicia -¿De veras quieres saberlo? – Yo asiento con mi rostro neutro. Esto no es juego, no para mí.
-Le sacare la verdad por la fuerza. Y si se niega a hablar, le cortaremos la lengua – Suspira aburrido, no es su primera corrida – Haremos que sufra.
Estos métodos, poco ortodoxos, antes me daban miedo. Nunca libré peleas físicas cargadas de violencia. Mis batallas eran verbales, mis armas eran pruebas irrefutables, mi ejército siempre estuvo compuesto de un jurado fascinado por mi labia natural. No existe una venganza satisfactoria que sea inocua. Debes ensuciarte en el lodo para experimentar el dulce éxito del enemigo aplastado.
-¡Quiero hacerlo yo! – Digo sin previo aviso.
Mauro guarda silencio. Me observa en rigor con sus pupilas azules. Rocco está a su lado, en perpetuo silencio, pero ellos comparten una mirada aprobatoria. Se comunican con la mente. El gigante asiente y el gran Capo también.
Ya soy parte de su clan. Mi venganza será la de ellos, y lo saben.
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