Capítulo 47- El consejo

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Capítulo 47

Augusto

"El consejo"

Mi jefe llega media hora más tarde. Su semblante es un nubarrón de lluvia en una selva húmeda. Lo hago pasar a la estancia principal donde Brenda ya se encuentra instalada, atenta a nuestra conversación.

-No quiero asustarlos – Introduce sin anestesia – pero sería buena idea que Brenda y sus hijos salgan del país.- Luciano es básico.

-¿Y yo? – Pregunto perplejo.

-Tú debes dar la cara ante la fiscalía. La muerte de Aquiles abre una nueva investigación que te compete. El chico dejó escrita una carta de despedida, destinada a su madre. Con el mismo bolígrafo que escribió la nota se suicidó después.- Luciano me mira sentencioso - ¿Sabes de quien era el bolígrafo? Era tuyo.

-¿Cómo lo sabe? – Caigo en cuenta de las múltiples veces que usé un papel para ilustrar la defensa. Aquiles me miraba escribir y yo, ingenuo, perdí un bolígrafo personalizado hace unos días.

-Tiene tu nombre y apellido. Eres tan arrogante que usas material filoso con un muchacho que estaba claramente loco de atar. No por ello es tu culpa, sin embargo facilitaste el arma homicida. – Angelotti, hace una pausa en su vals de dos esquinas, de ir y venir - ¿Tienes algo de beber?

-Hay vino en la cocina- Brenda se levanta suavemente – Le traeré una copa – y se retira destilando furia en sus ojos.

Luciano la ve alejarse, y, cuando la pierde de vista, vuelve a hablar - ¿Qué tanto sabe del caso?

-Antes de su llegada le dije de quien era hijo. Me delaté por temor.- Suelto una exhalación y coloco mis brazos sobre el respaldo de una silla, echo la cabeza hacia atrás y agarro fuerzas, porque las necesitare. - ¿Qué es lo que sigue? ¿A que me enfrento?

-Al Demonio en persona.- Me aclara.- Sergio tiene formas de acceder a la información que yo te estoy dando. Su interpretación de los acontecimientos es confusa...

-Disculpe que lo interrumpa, pero el termino correcto sería psicótica – Le corrijo- ¿En verdad debo enviar a mi mujer y mis hijos lejos de mí?

-Arriésgate a mantenerlos a tu lado, si quieres. Yo te enseño el camino seguro, no obstante es tu decisión seguirlo.- En lo que Angelotti termina su poético consejo, aparece Brenda con la copa de vino en mano.

-No es de una cosecha vistosa.- Brenda le entrega la copa – Normalmente no bebemos en casa.

-Pierda cuidado – La recibe – Convenza a su esposo de hacer lo correcto para su familia.

-¿Usted se refiere a mandarnos lejos? – Ahora Brenda lo fulmina a él. ¡Qué bueno es que otro ser sea el objeto de su odio!- Somos una familia unida y así nos mantendremos.

¿Si somos tan unidos, como es que yo estoy durmiendo en el cuarto de invitados? Buena observación. Lástima que Angelotti no conoce el drama interno.

-Su esposo se encargara de ponerla al tanto del peligro que corren. Yo no soy el enemigo, mi señora.- Luego Angelotti me lanza a matar. – Dile a la Sra. Brenda de qué tamaño es el hoyo. Una esposa tiene derecho a conocer todo de su pareja. Tienes una hija recién nacida, y Sergio recién había descubierto la paternidad de Aquiles.

Brenda calla. Nos observa con odio y posteriormente lo suelta –Si se mete con nosotros lo pagara con su vida... ¿Verdad, Augusto?

-Lo mataría yo mismo, con mis manos – Mi respuesta precoz eleva una sonrisa de los labios de Brenda, y una aprehensiva mirada de asombro de Luciano.

-Deja de proclamar tu superioridad y vístete, que tenemos que ir a la cárcel. En unas horas amanecerá y la noticia se esparcirá como el fuego. Por tu familia no te preocupes, dejare dos guardaespaldas mientras no estas.

Veo a Brenda, indeciso...

-Anda. Vístete. Estaremos bien. – Con su aprobación procedo a arreglarme.

ENTRE LA ESPADA Y LA PAREDWhere stories live. Discover now