Capítulo 77 - Necesito verte

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Capítulo 77

Augusto

"Necesito verte"

Ignorando las advertencias y los regaños, además del sentido común y todo uso sensato de la conciencia, voy al departamento de Elena. Necesito verla. Como un ente perdido en un vasto desierto, falto de agua, sediento de amor, así mismo es mi sentir.

Es imposible que en un mes y medio Elena se esfume del panorama. Me niego a aceptar que la perdí después de haberla tenido entre mis brazos. Me niego a entender que mi cometido de alejarla fue un éxito total, y que pese a comprender cuan nocivo soy para su bienestar emocional, mis egoístas emociones son superiores a cualquier entendimiento razonable.

Toco unas cuantas veces a la puerta. Ya estoy acostumbrado a escabullirme en el apartado edificio, repleto de gente vieja. Un caballero de barba espesa y semblante recio abre.

-La antigua inquilina entregó el apartamento hace dos semanas – esa noticia me obliga a preguntarle a Ricardo Arenas el paradero actual de Elena Chang, justo lo que no quería hacer.

-¿Tiene su número? Sé que es un atrevimiento solicitarle ese dato tan personal, pero de seguro que no le traerá problemas.

-No me entendí con ella, caballero. Hice la negociación con una empresa de bienes raíces – Esta demás seguir insistiendo.

Era fácil entenderme con Eleazar Pinzón, confiaba en su discreción. Darle a Ricardo motivos para sospechar es una imprudencia que no me conviene. Acepto de bueno gana la explicación del nuevo propietario y me marcho con el rabo entre las piernas.

No se despidió. Elena se alejó de mí de la misma genuina forma que entró en mi vida, de repente y sin previo aviso. La desoladora noticia empaña la felicidad de haber ganado el juicio a Sergio Blanco. Las esperanzas de volver a verla y pedirle perdón por alejarla con frialdad se van perdiendo. Decido visitar el parque donde aquella noche la salvé de ser robada. Me siento en el banco cercano a la zona del siniestro. Debería aprovechar la coyuntura para hacer catarsis. Los recuerdos de su perfumada piel entre mis brazos, el sonido mágico de su respiración en mi nuca, la figura inmaculada siendo desflorada por mí...- ¡Qué Demonios! ¿Vas a dejar que Elena dicte las pautas a seguir?- Ese no soy yo, es mi ego crujiendo entre mis venas.

Elena era amiga de la esposa de Eleazar Pinzón. Sí alguien sabe a ciencia cierta su paradero es ella. Me levanto del pintoresco banco poseído por mi instinto salvaje. Albergo una esperanza. Solo una.

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A Eleazar no le extraña mi llegada intempestiva. Su casa es un reguero de cajas por doquier. Lo sigo a la habitación donde extrañamente prepara su valija para irse del país. Ya sé que su mujer se fue con la niña primero. Mi amigo esta igual de solo que yo. Le cuento mi travesía por el antiguo domicilio de Elena y se detiene a procesar lo que escucha.

-Sí no te dijo a donde iba es porque no desea que la sigas – Resopla, ya acostumbrado a gastar energías en mí - ¿Por qué no me cuentas la historia completa esta vez? Esa obsesión no es de gratis.

Me estoy ahogando en mi propio estiércol. Eleazar es el único en quien puedo confiar, aunque me gane su desprecio después de la confesión.

-¿Recuerdas el viaje que hice a San Andres?

-El viaje para superar la muerte de tú hija – Resalta con acentuada severidad.

-Sí, ese mismo. Bueno, resulta que Elena también estaba en San Andres... - De inmediato hierve la olla.

-¡¿USASTE ESE VIAJE PARA SEDUCIR A ELENA?! – Su ceño se frunce, su vena se marca en el cuello. Definitivamente, Eleazar no tomó de buena manera la noticia.

-¡FUERON COINCIDENCIAS, JUEGOS MAQUIAVELICOS DEL DESTINO! – Elevar mi tono de voz no me salvara de ser un cerdo egoísta.

-¿Exactamente qué fue lo que hicieron Elena y tu durante su breve encuentro? Porque te noto demasiado interesado en verla de nuevo... - Papa Oso está al mando.

-Sí lo que deseas saber es si me acosté con Elena Chang, la respuesta es sí. Elena Chang fue mi mujer por una noche – Me mantengo impávido frente a mi amigo. Ya me golpeó una vez por meterlo en un lio. Aceptare otro puño si viene de él.

No me golpea. Está en shock. Lo primero que emite no es digno de su temperamento.

-¡Mierda! – Se sienta en la cama matrimonial, pierde el color del rostro – Te dije que era una mujer inmaculada...

-Y lo era. Fui el primero.

-¿Estás seguro?

-Tanto que da miedo – Me siento a su lado - ¿Me odias?

-Siempre consigues lo que quieres...no importa cómo, la gente se rinde a tú voluntad. Detesto lo que voy a decirte. Te admiro, y al mismo tiempo te compadezco. Se lo dije a mi mujer, "Repruebo los métodos de Augusto, pero yo también quiero saborear las mieles del éxito".

-Entonces quédate – Lo animo – No me importa si al principio me envidiabas. Es lo que somos. Una manada de fieras luchando por desgarrar a la presa.

-No lo entiendes, tú representas la decadencia de la especie humana. Con todo y tus múltiples defectos, eres un líder. Dudo que la redención sea real. El discurso que diste fue una fachada. No puedo ser parte de esa mentira – Se levanta y comienza a meter ropa en la maleta. No la dobla- Elena hizo bien en escapar. Aun si supiera su paradero no te lo diría. Acepta y respeta su voluntad.

-¿Es todo lo que me dirás?

-No. Quiero que busques a tu mujer y tu hijo. Ellos necesitan de ti más de lo que tú necesitas de Elena...

Ese es el don de Eleazar, ponerme en mi sitio siempre.

ENTRE LA ESPADA Y LA PAREDWhere stories live. Discover now