Capítulo 95 - La confesión

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Capítulo 95

Augusto

"La confesión"

Un hombre herido en su ego es una bomba radiactiva en estado de actividad pura. Ojala solo me hubiesen maltratado la moral...

El odio y la fijación que Sergio Blanco siente por mí son absurdamente inexplicables. Desde el comienzo de nuestra relación profesional demostró superioridad, soberbia, clamaba porque fuese su esclavo. Exigió, presionó, amenazó y me llevó a la locura máxima de estar entre la espada y la pared. Lo hacía ganar o moría en el intento. Fue crudo, incisivo y violento. No trazó límites, no entendió que a veces ni teniendo al mejor de los mejores consigues lo que deseas.

- ¡MATASTE A MI HIJO! - Me grita entre lágrimas - ¿Qué querías que yo hiciera? - Es patético desde todo punto de vista, la imagen me produce asco y aumenta mi deseo de disparar - ¡Y no conforme con ello, me encerraste en la cárcel! ¡Te volviste en contra mía!... ¡ME TRAICIONASTE!...

Rocco no vacila en participar. Lo tengo a mi merced gracias al italiano. Lo sujeta, manteniéndolo a raya. Me ha llamado asesino, persiste en achacarme la culpa de la muerte de Aquiles.

- ¡El único asesino demente en esta habitación eres tú! Aquiles se mató para librarse de ti.

-Mira que venir a cuestionarme... -Entre lágrimas observa el arsenal de hombres que me apoyan, entre ellos a Rocco, a quien, por supuesto, reconoce de inmediato- ¡¿Te está ayudando Mauro?! ¡¿Esa lacra europea es tú nuevo guía?!...

- ¡Ese no es tú problema! - Hago un ademan con la mano y acto seguido, uno de los soldados lo golpea. Soy guapo y apoyado. Uno se acostumbra demasiado rápido al poder, sea propio o prestado, la sensación de dominio es excitante.

Ahora que su mandíbula sangra y la figura doblegada comienza a ser un remedo humano, puedo agacharme a la altura de su cara, tratar de entender que tiene adentro de la cabeza y luego ponerle un final a la emboscada.

-¿Dime porque lo hiciste, Sergio? ¿Por qué te ensañaste con gente inocente? - Fijo la vista en sus pupilas oscuras, y mantengo la calma. No quiero perder detalles importantes. No espero que me convenza de haber obrado bien, solo lo escuchare una vez. Solo una.

-Deberías agradecer que no me llevé a tu hijo Braulio. Escogí un blanco fácil... Hubiéramos parado allí, ojo por ojo, pero decidiste que la cárcel era el mejor lugar para mí, y con ello te ganaste a tu peor enemigo -Respira, como puede, con los brazos en la espalda, y un arma apuntándole en la nuca. Aunque esa no será la que lo mate. Sera la mía.

Empieza a reírse frenéticamente y pierde el temor a lo que se le viene. La muerte le da igual. Su boca se suelta y dice lo que piensa sin filtro alguno.

- ¡Eras predecible, Augusto! Te enamoraste de esa bailarina asiática, y siempre ibas a su encuentro. Ella era tu punto débil, tu maldito amor imposible... La mejor parte fue cuando descubrí que ella conocía a tu hermano menor, el arquitecto. Juntos viajaron a Cartagena ¿No lo sabias?...

Los celos me invaden, otra tontería inexplicable. Ambos están muertos. No sirve de nada conocer en profundidad su relación. De nuevo pienso en la criatura desaparecida y aprovecho para sacarme la espinita.

- ¿Qué hiciste con el hijo de Elena Chang? ¡Habla! -Le exijo.

- ¡No sé de qué carajos hablas!- Con un cañón en la cabeza es imposible hacerse el chistoso. Sergio me desconcierta.

-Sí sabes de que hablo -Susurro a su oído -Esa criatura podría ser mi hijo...

-Mi sicario no dijo nada de un bebe....

Su negativa me enerva. ¿Y si dice la verdad? Alzo la vista y la cara de Rocco me recibe con apuro.

-No puedo matarlo, necesito que confiese.

-Mi jefe dijo que él se encargaría de averiguar dónde estaba la criatura - Rocco se pronuncia, y Sergio reacciona.

- ¿Le vas a creer al italiano? ¡Pobre idiota! -Rezonga - ¡Te traicionara también! ¡En la mafia nadie es amigo de nadie!...Eres un peldaño...Sí te ayuda es porque necesita de ti...

Veo como le golpean de nuevo... y lo entiendo. Acepta la culpa de las muertes, pero no dirá dónde está el hijo de Elena.

Lo confronto por última vez - ¿Mandaste a matar a mi hermano y su novia?

-Dilo como es, Augusto... mandé a matar a tu hermano y tu amante...

Mi paciencia se agotó. Me levanto y apunto, fijo mi vista en su cabeza y estiro mis brazos, ambas manos sobre el arma...

Aprieto el gatillo...

ENTRE LA ESPADA Y LA PAREDWhere stories live. Discover now