Capítulo 21 - La jauría

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Capítulo 21

Augusto

"LA JAURIA"

La noche se me hizo larga de tanto pensar...

Ingreso a la oficina con sendas ojeras enmarcadas en el rostro. No tuve una insaciable jornada sexual, ni fue una noche de copas, como dice la canción. Tengo un verdadero conflicto interno que no me deja dormir, y lo peor es que mi problema tiene nombre de mujer. Elena.

Cuando mi esposa se quejó amargamente le resté importancia para que dejara el melodrama y se quedara quieta. Pero ignorarla a ella no hace que ignore mis propios sentimientos confusos. La hermosa mujer misteriosa vino para llenar un espacio que no sabía que existía, y lamento reconocer que estando junto a ella muchas emociones se hacen patentes en mi prepotente corazón de piedra.

Elena hace que me cuestione.

¿Realmente estoy haciendo las cosas bien?

¿Quiero el poder a costa de mi ética profesional?

Son apenas dos de las tantas preguntas que me formulé estando en la cama, girando sobre mi cuerpo y golpeando la almohada, como si ella tuviera la culpa de lo que hago día a día. Cuando me di cuenta ya eran las cinco y debía levantarme.

Tamara me sirve una taza de café y se me queda viendo. Juro que ayer se dio cuenta de las miradas que nos brindamos Elena y yo. Si no fuera tan joven pensaría que está tratando de leerme la mente para tener tema de conversación con las otras secretarias.

-Gracias...Puede retirarse – Le sugiero con tono seco, sin mirarla, no vaya ser que tenga realmente poderes ocultos.

La chica se percata de la indiscreción, sale con cara de regaño y vuelvo a mis papeles. En la maleta tengo los documentos de compra del vehículo de Elena Chang. Lo normal es que la secretaria se encargue de hacer las gestiones para enviar con un mensajero los documentos a la notaría, y seguramente por la misma vía hacerle llegar sus papeles.

Lo de Elena lo proceso yo... Mi lado cavernícola se impone. No deseo que nadie más toque algo suyo. Necesito otra excusa para verla otra vez. Necesito respirar su mismo aire, e incluso inhalar el perfume que usa.

Veo en mi agenda el orden del día, y no me lo creo ¿Debo ir a una cárcel? Odio tener que atender a clientes que ya fueron capturados in franganti. Un cliente recluido es un imbécil descuidado que no se fijó en los detalles del delito. Pero la cita es en la tarde, y la notaría en la mañana. Puedo manejarlo. Empiezo a leer el historial del nuevo cliente y de nuevo soy interrumpido. Alguien toca a la puerta.

-¿Interrumpo algo importante? – Ricardo Arenas, el lobo feroz, me sonríe con medio cuerpo afuera ¿A que vendrá? Yo le arrebaté a la presa que tenía prendida del hocico. En medio de una jauría de animales hambrientos, justo ataqué al macho alfa.

-Nada especial- Suelto la carpeta aun cerrada, y le presto la atención que desea - ¿No tienes trabajo que hacer? – Con esto le digo de manera enmascarada, "Yo si estoy ocupado ¿Acaso tú no?".

Se sienta frente a mí y planta sus poderosos brazos sobre la superficie de mi escritorio, de nuevo hace esa mueca, a la que llama sonrisa y comienza a fastidiarme la mañana.

-¡Te ves bastante cansado, Augusto! ¿Te acostaste tarde o simplemente no llegaste a dormir? – Si no tuviera el doble de mi tamaño le destrozaría la cara por insinuar que Elena se me entregó en bandeja de plata.

-No sabía que tú eras la vieja chismosa de la firma, ese trabajito le queda a las mujeres sin oficio. Un hombre de verdad no usa su tiempo en verle el culo al vecino – Yo si expando ambos lados de la cara. Mi sonrisa no es una actuación... Bueno, no esta vez.

-Para ser un cliente que no demanda tiempo extra, te consume por completo...Dime, Augusto ¿Qué se siente ser el objeto de culto de la bellísima Elena Chang? – Percibo varias cosas; Envidia, celos, y un fetiche oculto. A Ricardo de seguro le fascinan las prácticas sexuales extrañas.

-Elena es una mujer honorable. No insinúes lo que no es... ¡lobito!... - Me desprendo de la comodidad del sillón e introduzco todo en mi maletín- Si venias a validar tus sórdidas ideas, lamento decepcionarte – Me dispongo a salir de la oficina, y lo invitó a desalojar también- Ahora si me disculpas, yo si debo ir a trabajar.

Camino al auto me aflojo la corbata. Hice bien en tomar a Elena como cliente.

Ahora debo protegerla de esta jauría.

ENTRE LA ESPADA Y LA PAREDDonde viven las historias. Descúbrelo ahora