Capítulo 24 - El primogénito

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Capítulo 24

Augusto

EL PRIMOGÉNITO

La entrevista con Aquiles Sanabria da un giro inesperado. El descubrimiento de su nexo parental afecta el enfoque de mi defensa y activa mi instinto de preservación. Todo el orden de las preguntas se pierde al escuchar el nombre de Sergio Blanco.

Me aflojo la corbata, con el pavoroso recuerdo de sus amenazas enmascaradas repitiéndose en mi cabeza, "...no querrán saber de lo que soy capaz...". Ahora que conozco el linaje del acusado pongo en duda la intención consciente de hacerlo pasar por loco.

-¿Existe algún problema?- El chico nota mi falta de concentración- Se le ve pálido...

Problemas, existen muchos. Tú padre es un problema. Tú, seguramente, serás uno monumental.

-¿Cuándo te enteraste que Sergio Blanco era tú padre?- A lo mejor compartimos el mismo odio por Sergio. Eso de "no debió decirme quien era mi padre", tiene tintes extraños.

-Tengo prohibido hablar del tema. Mi mama me pidió, con el corazón en la mano, no decir ni una palabra, pero usted es mi abogado, contratado por él en persona y asumí que estaba enterado de todo.

Aquiles se desentiende del asunto con la misma rapidez que reveló el secreto. Para ser justos, yo debería estar al tanto de todo. Mi socio y jefe, Luciano Angelotti, es nuevamente el culpable de mi desgracia.

-Un abogado defensor es como un cura, si quieres ser liberado de tus pecados tienes que confesarte sin reservas. La omisión de un detalle te hunde- Aplicar la retórica con el retoño de Sergio es mi única carta bajo la manga.

-Yo no creo en curas, mucho menos en el cielo y el infierno. No pequé, cometí un error. Quería liberar a mi madre de su yugo, pero usé la forma incorrecta- Aquiles comienza a ser el molde fresco de su progenitor.

En Sergio la frase era "Yo soy una víctima del sistema viciado", en su hijo "No pequé, cometí un error", ambos no se responsabilizan de sus actos, ni sienten remordimientos. La soberbia es genética, y se pasa de generación en generación.

-Por ese camino no iremos al éxito. Yo dirijo el barco, tú sigues mis indicaciones. Lo peor es que exista alevosía, con ello están proclamando que eres capaz de cometer otra atrocidad. Las leyes se hicieron para cumplirlas, si las infringes lo pagas caro, no hay dinero en el mundo que limpie un alma sucia, es tu trabajo redimirte. – Tengo claro que comprende lo que digo, pero aceptar su cuota de culpa va más allá de su ego.

-Otro sermón- Es el resultado de mi larga alocución. Aquiles me ve aburrido.

-¿Sabes qué? Volveré otro día- No he comenzado y ya quiero terminar, el efecto de la familia Blanco es devastador.

Salgo de la correccional bastante decepcionado. No es posible, otra vez la misma historia.

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Angelotti se sorprende cuando entro como perro por mi casa, con el rostro enfurecido, a su oficina. En ese momento no está solo, a su lado Rosales y Ricardo Arenas, me miran pasmados, y lo que sea que estén discutiendo pasa a un segundo plano. El viejo conoce el crimen, no hace falta que yo presente el caso. Los curiosos son invitados a desalojar.

-Discutamos las condiciones del acuerdo más tarde. Ahora necesito hablar con Augusto a solas.

Ricardo pasa por mi lado con la mirada acuciosa. Sí yo no estuviera en estado de ira se mofaría, como es su costumbre.

La puerta se cierra y yo me quedo estático, de pie.

-Toma asiento, Augusto- Me invita, Angelotti- Hoy conociste al nuevo cliente, y supongo que exiges respuestas a interrogantes que no me has planteado.

-No lo voy a defender – Digo sin sentarme- La primera vez había inocencia. Ahora conozco al personaje y su casta.

Angelotti frunce el ceño. Mi negativa está lejos de ser aceptada por su majestad.

-Sergio, ha cuidado de Aquiles desde que era un bebe. Hace poco se enteró que era su padre. Su crianza fue asumida por su madre y las diferentes parejas que tuvo. Cada uno peor que el otro. Dinero nunca faltó, pero la figura de autoridad sí. No se puede compensar el tiempo perdido...- Angelotti se fuma su habano, impregnando el aire de la oficina. Juega con el humo y sonríe- Tú eres padre, Augusto. Imagina que es tener un hijo al que no conoces, y un buen día descubres que estuvo en tus narices como un ahijado ¿Qué sentirías si la vida te pone en una situación similar?

-Eso no pasaría. Yo no dejaría a un hijo mío a su suerte. Las probabilidades son nulas. Si tuviera un hijo seria mi prioridad, y lo es. Mi hijo se llama Braulio, no tengo otro, a excepción de la que viene en camino.

-Radical- Emite con un aplauso magistral- Eres joven aun, y no sabes las vueltas de la vida ¿Piensas que el cuerpo se conforma con sentir una misma piel toda la vida? ¿Nunca has soñado con tener a otra mujer entre tus brazos? – Estoy en el banquillo de los acusados. Es lo que estoy haciendo, a diario.

Ese no es el punto- Digo, evadiendo el tema.

-Las mujeres enamoradas se parecen a las fanáticas que admiran con locura al artista de moda. Necesitan quedarse con un pedacito de él. Algunas lo hacen de manera inconsciente, otras lo planifican- Angelotti se para y se acerca a mí. Una vez en frente, vuelve al debate- Ese, amigo mío, si es el punto.

-El chico es de malos sentimientos- Acoto, ignorando el lazo sanguíneo, retornando a la ley.

-Aquiles es su primogénito – Me interrumpe, Angelotti.

-Es una fruta podrida- Contraataco.

-Tiene su sangre, tú trabajo es rescatarlo. No dejes que lo arrojen al cesto de los desperdicios. Piensa que podría ser el tuyo.- ¿El mío? Yo no tengo hijos regados.

-El padre ya nos amenazó una vez, dime si lo está haciendo de nuevo- Vuelve a fumar, retorna a su trono.

-Está actuando como un cliente sensato. No ha sacado las garras. Por favor, Augusto, no despiertes a la bestia, defiende al jovencito... tu eres el hombre de los milagros ¿O no?

El italiano es astuto. Me manipuló como le dio la gana.

Mi ego le gana a mi sentido común...

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Esa noche beso a mi mujer como nunca y le procuro amor del bueno, del que últimamente carecemos por diversos factores que alteran la calma de nuestro núcleo familiar...

Veo el enorme vientre de mi esposa y pienso en algo aterrador, nunca he considerado esa posibilidad... hijos fuera del matrimonio.

Mientras duermo jugueteo con la idea inocua de mi sangre mezclada con la hermosa belleza oriental de mis sueños. Un pequeño de cabello oscuro y ojos achinados que posee el temperamento generoso de mi adorable Braulio, pero con los instintos creativos de Elena Chang en sus venas.

Debería estar concentrado en mi futura princesa, pero por más que lo intento ella sigue siendo un proyecto intangible. Aunque, viéndolo bien, más intangible que un hijo con Elena, no hay nada... 

ENTRE LA ESPADA Y LA PAREDМесто, где живут истории. Откройте их для себя