Capítulo 75 - Rodeado de escoria

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Capítulo 75

Augusto

"Rodeado de escoria"

Comienzan las citaciones al tribunal. A ninguna asiste mi hermano menor. Esta distante y hermético. En su lugar estoy rodeado de la mejor escoria de la ciudad. Tengo el apoyo de Ricardo Arenas, que ahora es de los míos, y por debajo de las cuerdas, manejando los hilos invisibles de las marionetas, al mafioso italiano que me patrocina el hundimiento de Sergio Blanco.

Me dio pruebas, seguramente previamente manipuladas, pero pruebas a fin de cuentas. Y las exhibo con demasiada confianza. Le piso la cabeza al tiburón pensando que no me puede morder. Vuelvo a ser el Señor de los Milagros. Tal como lo vaticinó Mauro Benedetti, la gente admira a los delincuentes redimidos. Todo es cuestión de mercadeo y uso adecuado de las herramientas.

La sobreexposición me convierte en una celebridad política. Salgo en los noticieros, me invitan a programas, me llaman de varios canales para que declare en exclusiva. Recuerdo la enseñanza: "Huye de la fama momentánea, crea la ilusión de ser una persona humilde y a prueba de luces". No es por ser un buen samaritano. Mauro vio en mí una posibilidad, y cada pequeña acción a mi favor será cobrada en su momento. "Tienes un don, Augusto. La gente cree en tus mentiras". Es el peor elogio que he recibido. Luego eleva la apuesta, "Algún día dirás que quieres ser presidente, y la gente te apoyara". Un presidente que se alianza con el narcotráfico internacional es lo que necesita Mauro Benedetti.

Un mes y medio de pesadillas por un instante de felicidad. El día que se dictamina la sentencia, escucho extasiado al juez cuando dice treinta años de condena. Sergio me fulmina con sus ojos oscuros y me clava la mirada mientras se aleja con las manos contenidas en unas frías esposas de metal. A mi lado, la sonrisa retorcida de Ricardo Arenas me hace sentir arcadas en el estómago ¿Soy de la misma calaña que ellos? Temo responder.

Mi padre me abraza y me perdona por ser un tarado. Ese día veo a Eddy. En casa de mis padres nos reunimos por última vez, todos. Eleazar asiste para contarme que se ira del país.

-Voy a montar un bufete. Ya te tenia fichado – Mi oferta no lo amilana.

-Voy a reunirme con mi mujer y mi hija. Quiero estar un tiempo lejos de Colombia- Es una persona distinta. Es mejor que yo – Deberías hacer lo mismo – Me sugiere.

-Eleazar, sé que me vas a odiar por lo que voy a decir, pero necesito ver a Elena de nuevo – Y en el acto soy destruido en mis intenciones.

-No la cagues de nuevo – comprueba que nadie nos escucha – Supe que vendió todo y se marchó del país. Eso me contó Ricardo. Creí que tenías la suficiente confianza de contarle tus secretos a tu nuevo compañero de andanzas.

-Él no es mi amigo. Ricardo está a mi lado por intereses económicos.

-Qué triste es no tener gente real a tu alrededor. Busca a tu mujer y olvídate de Elena. Ella ya te superó.

La conversación no progresa. Mi padre suena su copa e interrumpe para decir unas breves palabras. No soy el hijo prodigo, soy el renacido Augusto. Soy el hombre que liberó a su país de la escoria.

Tristemente soy tan escoria como Sergio Blanco. Una nueva clase, mucho más resistente y muy bien camuflada.

ENTRE LA ESPADA Y LA PAREDTempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang