Capítulo 3 El encuentro

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Capítulo 3

Elena

"EL ENCUENTRO"

Colombia, me gusta. De todos los países visitados, y son bastantes, encuentro atractiva esta nación y su gente.

Crecí como una niña nómada, unos años en Madrid, otros en ciudad de México, Buenos Aires, luego regresé a España. Era la chica asiática, con un padre diplomático, que no encajaba en ningún lugar. Sin embargo estuve rodeada de la clase alta de cada ciudad que habité.

Fue gracias al contacto directo que tuve con la cultura occidental que rechacé la tradición familiar del matrimonio arreglado. Yo estaba destinada a ser propiedad de un culto miembro de la sociedad China. Mis padres me dieron la mejor educación para representar con distinción al apellido Chang. Con lo que no contaron fue con la rebeldía mía.

Los primeros años, después de huir del compromiso, viví del baile clásico. Una prestigiosa Compañía de Danza me contrató. Con ellos recorrí el mundo. De día era una estrella sobre el escenario. De noche sufría en mi cuarto la soledad por la pérdida de mis raíces. Ya no era la niña de papa, ni siquiera mi madre me dirigía la palabra, entonces me establecí un tiempo en México, y me hice amiga de un bohemio pintor. A través de la pintura liberé los demonios del pasado. Quería llevar un mensaje inspirador y lo logré trabajando con organizaciones sin fines de lucro. Mis cuadros se empezaron a vender, así que doné una porción e invertí en acciones parte de las ganancias. Monté mi propia academia, pero estaba tan inmersa en mi labor filantrópica que salí a recorrer otras naciones, dando charlas motivacionales, subastando mis pinturas para ayudar a nuevas organizaciones. Así llegué a Colombia, el país donde un idiota insultó mi obra.

A los hombres como Augusto Corona deben ponerles un altavoz y filmarlos en secreto, de esa forma la humanidad los conocería a fondo y se evitarían la molestia de caer en sus garras. Su sinceridad sin filtro describió mis emociones al pie de la letra. Yo estaba molesta, y en el fondo de mi alma conmovida. Nunca experimenté sentimientos antagónicos por alguien, quiero decir, físicamente me atrajo, pero al mismo tiempo repudié su velada apreciación del arte, además me llamó menopaúsica...

¿Qué edad cree que tengo?

Estaba claro que no sabía con quién trataba.

Me pregunto ¿Qué haría en la Galería de Arte, esa noche? Recuerdo que el mismo lo dijo, "El peor crítico de arte de todos los tiempos"... Grabé su nombre en mi memoria, así como otras locuras que dijo.

No debería pensar en él, gastar mi materia gris recordando ese lindo rostro, viendo como fingía comprender los trazos. Regreso a mi café de la mañana, a la actividad que me rodea en la calle. Es un bonito establecimiento, donde venden desayunos deliciosos. La variedad de panes que existen en Bogotá me asombra. Todo el mundo es muy amable, y el clima frio me hace sentir como si estuviera en Europa. Mientras como, sin apuro, mi amigo Damián vuelve a la mesa con su pedido. Por él estoy en Colombia, por él me quedare un tiempo.

— ¡Es que no se puede ser más bichos!— Reniega en voz alta, con su billetera en la mano – Mira que venir a cobrarme la cuenta de otro – Se sienta exhausto y sonríe — ¿Te gustó el desayuno?

—Inolvidable – Le regalo una sonrisa pequeña.

—Olvidemos el incidente del mesonero desastroso y continuemos. Cuéntame cómo te fue con el abogado— Me exige con el café caliente en la mano y una delicadez de croissant en la otra.

—Hoy me reúno con Eleazar Pinzón. Vamos a firmar el documento para alquilar la propiedad por seis meses. Si estoy a gusto puedo renovar contrato, extenderlo por otra temporada – Le explico la situación con la vista fija en un grupo de niños que juegan en la calle con las palomas de la plaza. Él no se incomoda porque esta absorto en su mundo.

ENTRE LA ESPADA Y LA PAREDWhere stories live. Discover now