Capítulo 12 - Inocente

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Capítulo 12

Augusto

"INOCENTE"

La efervescencia de mi sangre ardiente no se pierde al escapar de su cercanía. Elena activa mecanismos dormidos que despiertan al demonio que lucho por controlar. Lo que siento por ella no se limita a la simple atracción. Su sola presencia desmorona el escudo protector y atraviesa las defensas llevándome a ser un tonto vulnerable que no mide lo que dice ni lo que hace.

Mis lágrimas brotaron frente al cuadro porque una parte de su tristeza era la mía. Ambos hemos luchado por ser aceptados en la sociedad, pero nuestras familias esperaban otra cosa, y no importa que tan exitosos seamos laboralmente, no llenamos las expectativas de los que nos rodean.

Elena se reveló, escapando de sus padres hacia nuevas tierras. Eso no le quita que siga siendo la misma niña fugitiva, solitaria, que espera al príncipe azul. Justo lo que yo no puedo ser...

Yo hice lo contrario. Me dediqué a ser todo lo que mi padre quería. El mejor estudiante, el mejor profesional, el mejor esposo, el mejor padre... aunque nunca es suficiente. En el afán de alcanzar la perfección me topé con mis pecados. Soy vanidoso, soy codicioso, soy lujurioso, un descubrimiento nuevo, por cierto.

No soy mi hermano.

Él es el bueno. No importa que haya echado por la borda un maravilloso futuro...Mi padre siempre le amó más que a mí.

Al defender criminales famosos me estoy ganando la reprobable mirada recriminatoria de mi padre. Al no ceñirme al orden natural de las cosas voy rumbo al infierno. Y si me dejó arrastrar por este sentimiento carnal, destruiré lo único legítimo que tengo, mi familia.

Desde que llegué a mi casa me encerré en el baño. Estoy dándome la ducha más larga de la historia. Brenda me ofreció comida que negué, excusándome en la tonta celebración de Sergio Blanco. Su cara de ángel me regaló una mueca infantil que retribuí con un beso casto en su blanca frente. Ella casi no se mueve. Lo tiene prohibido.

Contraté una señora de servicio que cocina con buena sazón. Los oficios de la casa no demandan mucho esfuerzo. Yo me encargo de mis pertenencias de forma exclusiva. Tengo mis manías, todo por color, absolutamente todo lo clasifico. Soy extremadamente ordenado.

Mi noble esposa nunca se queja. Es pasiva. Ella acepta que yo lideré sin hacer la guerra. Su razón de vida es su perfecto hogar. No le iba a quitar su gran sueño de ser madre otra vez. No a mi reina. Si está de acuerdo con lo que hago en el trabajo, en realidad es un enigma.

Brenda es inocente como los ángeles del cielo. Ella no se ha puesto a pensar que tiene por esposo al abogado del Diablo, ni siquiera osa imaginarme con otra mujer, y en eso tiene razón, nunca le he sido infiel...hasta ahora. 

ENTRE LA ESPADA Y LA PAREDWhere stories live. Discover now