Capítulo 27 - La reunion

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Capítulo 27

Augusto

"LA REUNION"

Llegamos a casa con dos pizas enormes y cuatro botellas de refresco. Estamos por hacer una fiesta en honor a mi hijo, el campeón. Su abuelo, que fue a ver el partido, pero se sentó junto a viejos amigos de la junta directiva del colegio, es el primero en decir unas palabras.

-Sabía que la familia Corona es forjadora de ganadores – Alza el vaso de refresco y hace el brindis – Que este sea el primero de muchos éxitos en tu vida.

Braulio sonríe, abrazado a su madre que se levantó para compartir la victoria- Gracias, abuelo- emite, sin despegarse del sitio.

Es uno de los pocos eventos que congrega al clan de los Corona. Tener a mis padres en casa no es lo común, tener a mi hermano, aun menos, pero el ambiente es relajado, y los vecinos que tienes hijos pequeños también se han unido a la celebración. De la nada llega carne, cerveza, y tequeños por doquier. Mi padre echa sus cuentos, mi madre sazona las carnes, mi esposa se mantiene sentada, conversando con las vecinas, que relatan la historia de sus partos... siento que falta alguien, entonces marco el número de su móvil y lo invito:

-¿Qué haces?- Le preguntó cortando saludos.

-Arreglo la grifería- La voz de Eleazar esta ajena a fiestas.

-Déjalo para después. En mi casa hay carne, cerveza, piza, y mucha gente riendo... Trae a tú mujer y tú hija – Estoy proclamando mi amistad a costa de mi antipatía por su esposa.

-¿Qué llevo?

-Trae hielo, el que tenemos no alcanzara- Mis ojos se pasean por el área de la cocina, que está en caos total- Apúrate... - Termino la llamada y regreso al grupo de hombres, con mi hermano inusualmente receptivo.

En el patio trasero Eddy, o mejor dicho Edgardo Corona, cuenta uno de los cientos de viajes que ha realizado a la selva amazónica. Yo le escucho en silencio. Me siento de maravilla sabiendo que mi hermano está enamorado. Él me ve de reojo y me brinda una amena sonrisa.

Media hora después entra por la puerta principal Eleazar y compañía. Me desprendo de la manada y lo recibo.

-Siéntanse como en su casa – Les digo.

-¿Dónde coloco el hielo? – Eleazar expone, alzando la pesada bolsa que escurre agua.

-Hay un tobo enorme en la cocina. La señora de servicio te orientara- Le digo, reparando en lo bonita que es su hija, de larga melena larga, oscura y algunas pecas en el rostro.

Me agacho - ¿Quieres jugar con alguien de tu edad?- La niña me mira con suficiencia. Creo que no le agrado.

-¿Hay niñas? – Es increíble que tenga fricción con la esposa... y la hija.

-Hay niños, pero te adaptaras- Mi comentario no es de su gusto. Mira a su madre, sin soltar su mano.

-Quédate a mi lado – Le ordena la madre. Por suerte en ese instante pasa Braulio corriendo en dirección al baño y noto que la jovencita se le queda mirando, sin pestañear.

-Ese es mi hijo – Le informo a la niña, que asiente gustosa - ¿Cómo te llamas jovencita?

-Mi nombre es Evelyn Pinzón.

-Evelyn, mi hijo es un gran anfitrión. Deja que venga y lo comprobaras por ti misma- Suelta discretamente la mano de su madre y esa es la señal.

Braulio regresa del baño corriendo y lo detengo a medio vuelo - ¿A dónde crees que vas?- Su cuerpo quiere seguir pero mi brazo sosteniendo su camiseta no le da opción- Tenemos invitados. Ella es Evelyn Pinzón, y su madre.

-Hola- Responde por inercia.

-Lleva a Evelyn contigo – Le ordeno. A esa edad los sexos opuestos se repelen, pero no me molestaría que en un futuro una chica de su porte ingresara en mi familia.

-¡¿En serio?! – No lo dice plácidamente.

-En serio – Reafirmo.

-Estamos jugando futbol. Cosa de hombres- Resalta de manera odiosa.

-Yo también juego futbol – Me gusta que no se amilane, aunque la encantadora Evelyn vino con un vestido delicado y zapatillas doradas.

Braulio me fulmina en fracción de segundos y se lleva a la invitada – Sígueme... - Le oigo decir.

Frente a mi queda Amanda de Pinzón, una mujer severa, que no me soporta y que, viéndola de cerca, no es tan fea como yo pensaba, simplemente nos detestamos.

-Acompáñeme, las chicas están en la sala- Ella no se afloja hasta estar con otras de su especie. A mí me odia, en cambio con mi esposa es todo un amor.

-Tú esposa es...aceptable- Es lo más parecido a bonita que le diré. Eleazar se ríe entre dientes.

-Tu tampoco le agradas- Admite sin dejar de ver a las mujeres conversando.

-¿Cómo la convenciste de venir?

-Le dije que era una reunión importante para mi futuro profesional- y funde la boca en el pico de la botella. Cuando termina brindamos con las cervezas chocando desde sus envases originales.

-A tú hija le gusta mi hijo – Le digo sin verlo.

-Son niños, es imposible saberlo- Apuesto que detesta la idea - ¿Por qué dices esas cosas?

-Es un palpito...Descuida... son niños – Lo corto, sabiendo que mi premonición es rechazada de plano.

-Tienes una familia muy bonita, Augusto... no lo arruines... - Y dentro de esa corta oración entiendo perfectamente a que se refiere.


ENTRE LA ESPADA Y LA PAREDWhere stories live. Discover now