ENTRE LA ESPADA Y LA PARED

Capitulo 103 - La foto

No hay descripción al espectáculo visual que es la isla de Capri, con sus aguas cristalinas y pendientes cubiertas de casas blancas, en esa suerte de pueblo mágico. Hecho un vistazo y Rocco me advierte, su casa está en la orilla de la playa, no tiene que preocuparse, cero montar en burros o elevadores.
La casa de una sola planta tiene una decoración minimalista y un enorme portón panorámico que da justo a la playa. Paredes blancas y sábanas blancas, la inocente guarida de un mafioso con estilo.  Un sitio que debe albergar cuentos detrás de tanta pintura. Mi esposa sonríe, complacida de la ubicación, yo sonrío porque inconscientemente el italiano me está mostrando sus debilidades, aquellos puntos dónde puedo herirlo o emboscarlo. No es que pretenda hacer una redada, estaría perdido si quisiera fraguar una traición tan directa..."la venganza es un plato que se come frío", vuelvo a recordar. El arma del sabio es la  paciencia.

-¿Algo que objetar?- pregunta el anfitrión de turno.

-Todo está perfecto- Respondo con extrema cortesía. A menos que estás incipidas habitaciones me den lo que busco, es demasiado perfecto.

Horas después, sin la mirada acuciosa de Rocco, encuentro una pista de lo que busco. Otro extranjero estuvo en esta misma casa antes que yo. Lo sé por la foto que intencionalmente dejó al
fondo de la gaveta en la cómoda, junto a la cama del cuarto principal.

Nunca olvido un rostro una vez lo veo con verdadero interés.

Cuando el grupo familiar de la imagen tiene el apellido Restrepo, sobreentiende que otros colombianos estuvieron en el refugio personal de Mauro Benedetti. Una dedicatoria en la parte trasera es suficiente información:

"Por mi hijo Sebastián que siempre le guardaré lealtad. Carlos Ignacio Restrepo"

Una frase como esa, provista de abnegación y entrega, me dice que este hombre es capaz de dar la vida por el italiano. El favor es enorme, monumental. La foto es una postal cariñosa de los últimos huéspedes de la casa en la playa.

¿Que hizo Mauro por este joven humilde? Puede que perdonarle la vida o simplemente proteger al trío.

El bebé, demasiado pequeño para tener un mes, me da detalles. Mi sospecha, derivada del tiempo del menor, es que nació en el está casa. Un colombianito italiano. Miro a mi alrededor y tomo una foto de la foto, además del dorso. Nunca me fío de mi cerebro, siempre es mejor conservar un respaldo tecnológico. Y con sumo cuidado vuelvo a colocar la imagen donde estaba, así, tarde o temprano, llegará a manos del destinatario.

Odio esa cara y no se porqué...

Carlos Ignacio Restrepo, un ciudadano cualquiera de la nación, me ha causado rabia y resentimiento, y ni siquiera conozco la causa.

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La primera semana con mi esposa, en la isla de Capri, es relajante. En la segunda comienzan los misterios.

Rocco, con su imagen cambiante de bonachón a Matón a sueldo,viene por mi una noche en su automóvil negro de vidrios polarizados. Me toca salir cuando me llama sin chistar. "La cosa nostra", es símbolo de fidelidad a toda prueba, de ese grupo sales con los pies por delante. Esa es la única forma de abandonar el clan. En la reunión tienen un plan de crecimiento constante, el mío. Yo soy la herramienta, la palanca, el bastión. Mauro me ha vendido a está horda de dementes como el soberano futuro presidente de la República de Colombia. Nada ha sido de gracias, ni mi éxito,  ni mi destino. Y callado observo el camino que tengo por delante, no tengo una salida de emergencia, un rompa el vidrio si las cosas se pusieron serías. Nada, no tengo nada.

Casi lo olvido...tengo una foto y un nombre.

Y mi deseo de venganza apelmazado en el pecho.

Brenda, mi querida esposa, me espera despierta a mi regreso de la junta nocturna. Ella ha sabido jugar este juego, se ha hecho la tonta. No dice que sabe y no pregunta demás. Pero es hora de incluirla y contarle lo que me consterna.

Puedo predecir que está versión renovada de esposa está hecha de un material resistente, lo intuyo en su mirada severa.