Capítulo 28 - El vacio

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Capítulo 28

Augusto

"EL VACIO"

El fin de semana estuvimos bebiendo y gozando de lo lindo, en compañía de mis padres, hermano, mis amistades y me siento agotado. Ahora estoy con altas expectativas, a punto de conocer a la madre de mi cliente, la que tuvo una relación clandestina con Sergio Blanco y con quien tuvo a su primer hijo.

Zoraida Sanabria es una mujer de clase baja que ha sufrido a través de los años el maltrato de diferentes parejas, siendo el primero el propio Sergio, que la rechazó por ser pobre, mejor dicho por ser ignorante, ya que si ella se hubiese documentado le hubiera quitado hasta la arrogancia al famoso diputado. No tengo claro cómo se reencontraron y porque le ayudó económicamente con el muchacho, si él dijo que no sabía que era su hijo...

Allí se empiezan a caer las mentiras...

Sergio Blanco siempre supo lo que hizo. Un hombre sabe dónde pone la bala descuidadamente. En este caso en la mujer de servicios, que era una adolescente, menor de edad, en ese entonces.

Mi corta lectura se detiene, cuando avisan que llegó y debo alistarme para recibirla. Su entrada me confirma lo que pensé, es bonita en exceso, e igualmente usada. Su piel esta demacrada, tiene ojeras profundas y el cabello agarrado en un sólido moño. Han sido unos días difíciles al perder a su pareja y tener preso a su hijo.

-Un gusto, mi señora- Le extiendo la mano y la guio al sillón.

Mucha vergüenza se filtra, además del dolor que no se borrara con buen maquillaje. Mi vista va a sus brazos expuestos y unas marcas llaman mi atención, laceraciones que dejaron una cicatriz con queloíde. Me sacudo algunos pensamientos perturbadores.

-Su hijo necesita aprender a cooperar, de ello depende su libertad- me plantó frente a ella apoyándome en el escritorio.

-Perdí su respeto. Nunca debí mentirle – Debo escarbar en el significado de cada cosa que dice.

-¿Cuándo lo perdió? – Entiendo que está diciendo que no me puede ayudar a controlar a su propio hijo.

-Le dije que Sergio Blanco era su padrino, que por eso nos ayudaba con los gastos, y por eso podía recurrir a él cuando tuviera problemas, pero yo no sabía que las cosas se pondrían feas.

-A ver, mi señora, su hijo está negociando con droga en cantidades anormales, demasiado para ser un simple intermediario de barrio, sin ofender...

-Descuide, lo entiendo. Yo me hice de la vista gorda porque mi pareja no estaba produciendo plata – Se detiene con rabia- ¡Qué vergüenza, que mi hijo tenga que ser quien ponga el pan en la mesa habiendo un hombre!

-Doña Zoraida, dígame si usted conoce al proveedor de su hijo. Debemos detenerlo. Si el colabora se reducirán varios años de su condena – Por breves instantes pensé que trabajaba con el padrastro.

-No puedo delatarlo. Y no espere que lo haga Aquiles... - Cada vez que me entrevisto con alguien recibo negativas. Mis instintos comienzan a emerger... De Sergio se espera todo.

-¿Está protegiendo a los gibaros que introdujeron a su hijo en el mundo de la droga?

-Protejo su vida, y la mía...

Me refriego el rostro con ambas manos y me paseo por el interior de la oficina como un gato enjaulado ¿De quién se protegen?

-No soy un mago, mi señora. Su hijo está sentenciado a una larga condena, y usted limita mi investigación.

-Él dijo que usted haría la magia, sin necesidad de involucrarlo...

¡Carajos! Dos más dos es cuatro... Sergio Blanco fue quien introdujo a su hijo en el narcotráfico.

Mi defensa queda con un enorme agujero que no consigo llenar.

Debo armar un caso sin involucrar al primer implicado... Sergio Blanco...

ENTRE LA ESPADA Y LA PAREDDonde viven las historias. Descúbrelo ahora