Capítulo 51 - Mentirosos

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Capítulo 51

Augusto

"MENTIROSOS"

En medio de un vendaval un poco de lluvia extra no es de extrañar. Pasé de ser el abogado estrella al conspirador infiltrado. Mi jefe me ha removido de los siguientes proyectos, por lo menos mientras las averiguaciones estén activas. Es cuando me siento en mi escritorio a hacer absolutamente nada que entiendo el tamaño del embrollo. Entonces tengo tiempo extra para revisar mis anotaciones y ver donde la ramita se dobló, porque el árbol está a punto de aplastarme la cabeza.

A Eleazar lo he visto de pasada en la jefatura, ninguno habla con el otro. Somos de bandos opuestos y se vería raro que compartamos información del caso. Pero en nuestras miradas ansiosas se lee la necesidad muda de trabajar en equipo. Yo destruí su momento de brillar. Yo le oculté de quien era hijo el acusado, y ahora la estoy pagando con creces.

Como una contradicción al daño causado, Eleazar está ayudando a Brenda con las gestiones del pasaporte de Amada. Debe estar disfrutando el hecho de que me quedare absolutamente solo en unos cuantos días. Pero eso está bien. Su fidelidad al secreto que compartimos nos hace unos cómplices mentirosos. Mentimos a la ley. Le mentimos a la sociedad. Nos mentimos mutuamente.

Eleazar me necesita, y yo a él. Además, necesito a Elena.

Como ignoro si tengo intervenida la línea, he optado por no atenderle las llamadas. La excluyo por su bien. Y no, no me estoy transformando en una buena persona, simplemente intento proteger a los seres que amo.

¡Hasta que lo admito! ¡Amo a Elena Chang!

La verdad no siempre nos hará libres... Soy esclavo de lo que siento. Y siento que esta verdad será mi talón de Aquiles.

La mujer que puede ver a través de mi gruesa piel se ha retraído, con el mensaje implícito de "haz lo que sea para alejarte de mí", la estoy invitando a retirarse a miles de kilómetros, o peor, le doy bandera blanca para que le abra su corazón a otro hombre, uno mejor que yo, o sea, cualquiera.

-¡¿Puedes quitar esa expresión de derrota de tú cara?! – Me implora el gran jefe, Luciano, en plena reunión a puerta cerrada – No tienen pruebas en tú contra, el pelado estaba perturbado y actuó en consonancia con su reporte médico. Relájate.

No me alivia su actitud. Él es otro mentiroso -¿Por qué no me cuenta que le ha dicho Sergio Blanco?- Lo interpelo desde mi lado del escritorio.

-Porque quiero de vuelta al "Señor de los milagros". No me conviene sembrar incertidumbre. A Sergio le dije lo mismo que a ti, su hijo estaba perturbado.- Termina su intervención y se toma un largo trago de Wiski en las rocas.

-Decirle a un psicópata que su hijo es un loco no fue muy inteligente de su parte – Le advierto.

-Ya lo superara. Y tú, has lo mismo. Más se perdió en la guerra...

El deportivo trato que le da Angelotti a la pérdida de un hijo es otro indicativo de los valores que no tiene mi jefe. Se pudiera decir que me estoy ahogando en un vaso con agua. De allí me levanto contrariado, con ganas de abandonarlo todo e irme con mi mujer y mis hijos al bendito viaje, a la pacifica Canadá.

ENTRE LA ESPADA Y LA PAREDWhere stories live. Discover now