Capítulo 91- El enigma

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Capítulo 91

Augusto

"El enigma"

Eleazar me ayuda a contactar al único amigo de Elena en Bogotá, un diseñador de espacios interiores que vive con su pareja en un ostentoso pent house. El nombre de Damián Sayago es sinónimo de clase y buen gusto, media Colombia recurre a sus servicios en trabajos de decoración. Es un hombre gay de mediana edad que no se ve como tal. Cualquier mujer le prestaría atención si así él lo quisiera. Cuando lo veo acercarse a nosotros lo reconozco, estuvo con ella en el bufete aquella primera vez.

Damián, me observa con malicia y pierde todo rasgo de amabilidad en cuanto me dirige la palabra. La presentación va de mal en peor. No esperaba mi visita y todavía está fresco el remordimiento de haber sido la persona que invitó a Elena a Colombia, su muerte es un triste evento que no supera.

-Ya le dije a la policía que Elena se había distanciado de mí. No sabía dónde estaba ni con quien – Sin embargo me mira con odio, me culpa de su desgracia en silencio.

-Era mi hermano – libero de inmediato – Edgardo Corona, el acompañante y pareja de su amiga, era mi hermano.

-Yo lo conocí. Y me extrañó que de la noche a la mañana él fuese su pareja. Ella lo veía como un buen hombre, un amigo nada más – Mi alma se regocija con su declaración, y Damián detalla las chispas que saltan de mis ojos – Era obvio que su hermano se enamoró de Elena ¿Quién no lo haría? – Y me mira fijamente.

Eleazar es el conductor de las preguntas, entre los dos existe confianza. Lo llama por su nombre, lo tutea.

-Damián, aunque las pruebas incriminen a Edgardo y lo acusen de traficante, estoy seguro que era inocente. Mi labor es descubrir las pruebas y sacar a la luz la verdad – Desde mi discreta posición, un paso atrás de Eleazar, recibo el veneno punzante de la mirada fija de Damián en mí. El escepticismo del Decorador es tangible. Yo lo entiendo, di declaraciones muy comprometedoras. En ninguna exoneré de culpas a Edgardo. Nunca la nombré a ella. La dejé con el honor manchado.

-Creo en ti Eleazar, pero tú amigo... No sé qué quiere saber tú amigo...

-Yo también quiero saber la verdad – La contundencia es dudosa. Fui ambiguo por órdenes del italiano. En público condené a mi hermano y a su pareja, mojamos algunas manos para que el estado de Elena no saliera a la luz. Ni yo confiaría en mí.

-Sí lo que dice es cierto ¿Por qué no declaró que conocía a Elena desde la exposición? – Mis ojos se expanden – Ella me habló de usted, Augusto Corona, y de una extraña conexión emocional.

-Soy un hombre casado, Damián, cuide sus palabras...

-¿Qué me ocurriría si habló, Don Augusto? ¿Lo mismo que le ocurrió a Elena? – El ataque es frontal. Ya la intermediación de Eleazar no sirve de nada. Me están apuntando al corazón.

-Mi única conexión con la Srta. Elena Chang, fue profesional – Debo mantenerlo, ser fiel a mi postura. Damián podría ser silenciado, no por mí, por otros. La persona que quiere mi ascenso, para su conveniencia, es la misma que limpiaría el terreno de la maleza. Otra forma de llamar a los futuros asesinatos del italiano.

-Es su palabra contra la mía. ¿Y cómo vencer al hacedor de milagros? – La derrota es palpable. Este sujeto me tiene miedo, está convencido de haber sido yo el autor intelectual –Por favor, retírense de mi casa.

-Damián, te demostraremos la inocencia de Augusto. Te lo prometo – Eleazar, se pronuncia con su habitual cortesía. Ya no importa, no somos bienvenidos.

-Eso no le devolverá la vida a mi amiga... - La bala se instala en mi corazón. Me dispara con la verdad. Elena, murió. Nada cambiara esa horrible realidad.

 Nada cambiara esa horrible realidad

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ENTRE LA ESPADA Y LA PAREDDonde viven las historias. Descúbrelo ahora