Capítulo 40 - Amada

38 15 40
                                    


Capítulo 40

Augusto

"AMADA"

Mi pequeña princesa ha nacido.

El médico me da la noticia con emociones ambiguas en franco conflicto. Mientras una vida nace la otra se apaga, a Brenda le está costando salir del trance.

-¡Explíquese! – Le exijo algo alterado, agarrándolo por la solapa, agrediendo al galeno por mis acciones inconscientes.

-¡Deja al pobre doctor! – Me obliga Eddy, interponiéndose entre ambos - ¿Cómo está la madre?- Le pregunta de buena manera.

-En terapia intensiva. Estamos controlando el sangrado, sin embargo el desgarramiento lesionó la pared abdominal y tuvimos que ser agresivos para salvarle la vida...

-¿Por qué no termina de hablar? – Es gracias a Eddy que no le vuelvo a arrugar la bata al doctorcito.

-Hicimos una histerectomía total. Lo siento.

-Lo importante es salvar su vida – Explica Eddy, al ver mi rostro petrificado.

-A ver hijo, que con dos están bien – Interviene papa.

-CL...Claro...con dos está bien... - Busco asiento y entierro las manos en mi rostro.

Para ninguno de los presentes es gran cosa, pero Brenda soñaba con una familia numerosa, en su cuerpo fértil, hijos de su sangre, producto del matrimonio. Hoy le arrancaron sus ilusiones.

-Tienen la parejita. Ahora concentremos nuestras oraciones en pedir por Brenda – Mama me abraza, me consuela, y yo asiento como puedo, con lágrimas en los ojos.

Eddy se cruza de brazos, conteniendo sus enormes ganas de interpelarme en el sitio. Su dadivosa personalidad desaparece cuando la víctima es mi esposa. Cosa que me hace sospechar de mi hermano.

Desde el liceo la protegía de mí.

Interesante teoría. Mi hermano, enamorado de mi esposa.

Con el paso de los años aflojé la reticencia de mi sobreprotectora forma de amar. Después de todo, Eddy había tomado el camino de Dios, cambiando mujeres por sotanas. Sin embargo, conocí historias de mujeres enamoradas que se transformaron en monjas, producto de un amor frustrado.

¿Por qué vuelvo a ponerle hierro a un asunto caduco?

Eddy, me dijo que está enamorado de una amiga misteriosa. Lejos del núcleo familiar, o sea otra persona.

-¿Dónde está Braulio? – Pregunto. Con este súbito cambio de tema aniquilo a los malos pensamientos.

-En mi casa – Responde Eddy – Prefirió estar conmigo, que ir a la enorme casa de los abuelos. Dice que le molesta el tamaño de esa mansión.

-Cuando crezca te comprara la casita – Le digo en tono socarrón – Así estará conectado eternamente contigo...

-No me molestaría compartirla con mi sobrino.

Eddy lo deja de ese tamaño. Ya estoy lo suficientemente herido, otro golpe es un exceso.

-Vamos a conocer a la pequeña Amada – Me levanto con las manos en los bolsillos, el rostro hinchado de llorar, aderezado con un prominente morado en el ojo izquierdo.

-¿Amada? – Inquiere, Eddy.

-Sí, mi hija se llamara Amada.

No existe mejor nombre para una hija tan buscada.

ENTRE LA ESPADA Y LA PAREDWhere stories live. Discover now