Bleach: Comenzando Como Vasto Lorde

Capítulo 99: El Rayo del Sol Derrite la Escarcha

Está es una traduccion sacada de Webnovel, todos los derechos reservados a su autor original GloriousMilfHunter, si ahí algún error en la traducción háganmelo saber y trataré de corregirlo.
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Toshiro y Momo contemplaron una casa aislada en el desierto después de unas horas de viaje. La vivienda creaba un perfecto telón de fondo inquietante para el misterio que los había traído hasta allí. Su edad podria haber abarcado casi un siglo, pero este lado inexplorado de su distrito era completamente nuevo para ellos. Sólo habían visto los vibrantes fuegos artificiales, arrojando color y emoción, desde su casa. No sabían que provenía de la imponente chimenea de esta misma casa.

Momo puso sus manos sobre su pecho. "Esta es la casa de la chica de los fuegos artificiales. Se ve bastante bien".

Sus oídos se habían llenado de rumores sobre Kūkaku Shiba por parte de sus vecinos, todos cantando alabanzas por los amables gestos de la hermosa mujer hacia los residentes del distrito.

Sin embargo, Toshiro se quedó con la sospecha arrastrándose por su joven rostro, sin compartir la inocencia de Momo. "Los fuegos artificiales fueron una artimaña. para sus profundos planes".

A diferencia de Momo, Toshiro había visto a Kūkaku abandonar el distrito en múltiples ocasiones. Su intuición sobre las mujeres tetonas que ocultaban un lado insidioso parecía acertada. La confianza no era algo que se pudiera dar a mujeres con senos grandes. Todas eran malvadas, o eso creía el joven Toshiro.

"Momo, nos vamos."

Momo hizo que el chico peso pluma tropezara hacia adelante con una palmada en la espalda. "Es sólo la casa de una vecina. Saludémosla antes de irnos, Shiro-chan".

"Deja de llamarme 'Shiro-chan', mojador de cama", se quejó Toshiro. "No me quedaré por aqui".

Todos lo compararon con el hielo. Quizás fue su cabello plateado, que reflejaba la luz de la luna, sus penetrantes ojos azul verdosos o su comportamiento distante lo que provocó escalofrios en los demás, pero seguía siendo una figura desagradable frente a su vecino. Esta realidad fue una píldora dificil de tragar al principio, pero a lo largo de las décadas, había llegado a aceptar esta situación.

A diferencia de él, Momo era una mariposa social. A diferencia de él, ella podía entablar conversación con cualquiera y dibujar sonrisas con su lindo comportamiento. A diferencia de él, la gente se acercaba a ella en busca de resplandor. Y a diferencia de él, todos hablaban muy bien de ella.

No iba a permitir que su campo de hielo congelara las llamas de la brillante vida social de Momo.

Por eso siempre se marchaba cada vez que Momo se topaba con conocidos o amigos.

Se suponía que hoy sería igual, hasta que una voz resonó detrás de él, rompiendo sus expectativas.

"Kūkaku tiene invitados, ¿eh?"

Si la voz de Momo era una chispa de alegría que podía derretir el hielo, entonces la voz detrás de él era tan radiante y acogedora como el sol de la mañana, una melodia melodiosa que alegraba el día a las personas en cuestión de segundos.

Tragando saliva con dificultad, Toshiro se giró y vio a un hombre con cabello plateado largo y desordenado. A pesar de su pequeña estatura, Toshiro era un eterno optimista, siempre creyendo que algún día igualaría la altura de Momo. Pero alcanzar la altura de ese hombre parecia un sueño tan lejano como el de hacer diez amigos.

Fue imposible.

"¿Quién eres...?"

Momo, sin embargo, parecía congelada en su lugar, tan quieta como un árbol en invierno. Sus interacciones con los hombres se limitaban a su pequeño círculo social. Y ninguno de sus amigos tenía el mismo atractivo que el hombre encantador que tenía ante ella.