¡Ayuda!

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Pasé gran parte de la tarde en la biblioteca, hasta que fue hora de cenar y luego irnos a la habitación. Estaba huyendo a ese momento. Quería que no anocheciera tan pronto. No podía huir mucho, pues tenemos prohibido rotundamente salir de la habitación durante la noche. Aun así, esas estúpidas invadieron el cuarto anoche y nadie supo nada. Tengo miedo de que hoy sea lo mismo.

Me retuve bastante tiempo en el baño, hasta que Iris tocó la puerta varias veces seguidas pidiendo que me saliera. Le dejé el baño y me mantuve en una esquina de la habitación con el teléfono en la mano. Mi madre no me ha escrito, tampoco me ha llamado. Supongo que debe estar aprovechando el tiempo que estoy fuera de casa.

Cuando Iris salió, se tiró sobre la cama. Lucía cansada y no dejaba de bostezar. Tenía las ojeras bastante pronunciadas. Se acomodó de costado, dándome la espalda y arropándose. Quiero creer que hoy me dejarán tranquila.

Esperé a que se durmiera para cerrar la puerta con seguro. Eso me daba algo de tranquilidad. De igual manera, estaba consciente de que no podría conciliar el sueño fácilmente… o eso creí, pues mis párpados se sentían sumamente pesados. Anoche no dormí nada y el cuerpo me estaba pasando factura.

No sé en qué momento me quedé dormida, pero me despertó el mismo sonido de un rasguño a mitad de la noche. El escenario a mi alrededor era el mismo. La ventana estaba abierta, esta vez en su totalidad. El frío era violento. No recuerdo haber apagado la luz y lo peor de todo es que Iris no estaba en la cama. Esto no me gusta para nada.

Tomé el teléfono en mis manos. Esta vez por nada del mundo iba a acercarme al armario. Por precaución, decidí cruzar al otro lado de la cama, con destino al interruptor de luz. Por más que lo presioné, este no encendía. Mi siguiente movida iba a ser abrir la puerta, pero seguía con seguro por dentro, justo como la había dejado.

El chillido de la puerta del armario al abrirse detrás de mí, erizó toda mi piel. Me volteé despacio, al notar que las dos puertas se habían abierto. Desde este ángulo no podía ver lo que había dentro, pero no creo que haya sido Iris o ya habría salido a asustarme, ¿no? Pero entonces, si no es ella, ¿dónde estará? La puerta del baño estaba cerrada, pero no vi luz por la ranura de la puerta.

Caminé despacio hacia el armario para asomarme dentro, pero no había absolutamente nada. Pensé que tal vez había sido por alguna ráfaga de viento. Aunque, sigue siendo raro, pues ya había cerrado la ventana. Quizás estaba tratando de mantener la calma, porque deseaba creer a toda costa que se trataba de algo “normal”.

Regresé a mi cama improvisada, me arropé hasta el pecho con la toalla. No encontrando comodidad, me volteé hacia el lado de la cama y por debajo alcancé a ver una especie de bulto, aunque estaba muy oscuro para saber a ciencia cierta qué era. Eso no lo había visto antes.

Encendí la linterna de mi teléfono y cuando alumbré, de mi garganta se escapó un grito al ver la cabeza de Iris ahí tirada. Me arrastré hacia la ventana y me puse de pie, todavía a gritos. Su expresión era horrorosa. Su rostro se veía demacrado y los ojos estaban blancos completamente, su boca se encontraba abierta, como si hubiera visto algo que le sorprendió o tal vez le asustó demasiado. La palidez de su piel era tanta que parecía un papel.

Bajo el impacto de la situación, vi rodar su cabeza a mis pies y caer boca arriba. Su boca se movía como si hubiera estado murmurando algo.

—Voy a matarte— de su boca brotó un líquido negro que se esparció por todo el suelo.

Mi primera reacción fue darle una patada y correr hacia la puerta, pero esta no abría. Por más golpes y tirones que le daba, no lograba nada, ni mis gritos parecían llamar la atención de alguien.

Algo agarró mi pierna y me hizo caer de lleno al piso. Me estaba arrastrando hacia al armario. No sé qué era, porque mi objetivo era sujetarme de lo que fuera con tal de evitar que siguiera arrastrándome y liberarme de ese fuerte agarre.

—¡Ayuda! —enterré mis uñas en el suelo, al sentir que mi mano, al estar tan sudada, estaba cediendo de la baranda de la cama—. ¡Alguien, por favor, ayúdeme!

Redención [✓]Where stories live. Discover now