ESPECIAL (CAPÍTULO SIETE)

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Mis padres se vieron en la obligación de apartarse del grupo, pues esos hilos tenían su destino claro, y era atraparlos a todos, sin distinción.

—¡Estoy harta de todos y cada uno de ustedes! ¡Son ustedes quienes deben morir!

Era impresionante la fuerza de mi madre. Hacía ver todo tan fácil. No había ni una gota de arrepentimiento por lo que hizo, así de mucho le había afectado haber sido traicionada por esa gente que tanto se esforzó en proteger.

No necesitó nuestra ayuda para deshacerse de ellos sin piedad. A nuestros pies rodaron sus cabezas, dejando un amplio camino de sangre en la tierra.

«Mi madre es increíble. La admiro tanto».

Ahí nos encontrábamos todos, observando cómo el fuego se propagaba con rapidez y las pequeñas casas ardían.

—Los humanos son la verdadera plaga— sus pies por fin tocaron el suelo, manteniendo distancia de los cuerpos.

Volvió a su apariencia habitual. El humo se disipó, sus cuernos desaparecieron, igual a la negrura que cubría su piel. Su mirada volvió a ser la misma dulce, cálida y amable de siempre.

—Regresemos a casa, mis amores— dijo en un tono sosegado, pasando por nuestro lado y sin articular más ninguna otra palabra.

—Mamá está actuando extraño— dijo Noa.

—Yo la entiendo. Mamá tiene mucha presión sobre sus hombros. Todos la culpan de cada cosa que sucede, la tratan mal, la amenazan constantemente, la menosprecian, la traicionan y la humillan, llega un momento en que uno se cansa de ser bueno, al darse cuenta que todo lo que se recibe a cambio es pura mierda. Ella necesita tiempo a solas.

Nuestros padres se miraron entre sí y luego asintieron.

—Regresen a casa y protejan a su madre— nos dijo Louis.

Miré a mi hermana, haciéndole gesto de que siguiéramos a mamá y ella sin protesta accedió.

[...]


Ansel

Sabía que tarde o temprano las cosas se saldrían de control. Pensé que había sido suficiente con borrar sus recuerdos de esa noche en que creí que estaba teniendo alucinaciones y un ataque de pánico, pero resultó ser que, en efecto, la cabeza y el cuerpo de esa niña se encontraba en aquel viejo armario.

Mis poderes de hipnosis nunca han estado tan desarrollados como los de mi hermano Azazel. Sus poderes siempre sobresalían del resto.

Todo ese tiempo creí que quien había asesinado a esa niña esa noche fue Azazel, pues lo vi merodeando la habitación de Stacy, además de que él mismo se encargó de regresar todo a la normalidad a la mañana siguiente, no sé si encubriéndola de algo o qué, pero lo que ha sucedido solo hace que descarte esa posibilidad, pues murieron de la misma manera que Stacy acaba de asesinar a esos poblanos.

En aquella ocasión, la encerré en el armario al día siguiente, queriendo confirmar que realmente no recordaba absolutamente nada de la noche anterior, porque me pareció curioso que quisiera llevarme a su habitación para mostrarme el armario. Me di cuenta que, a pesar de no recordar los detalles, o al menos no lo mencionó, se mostraba extremadamente asustada, como si hubiera reprimido todo eso en su subconsciente, como si haberla hechizado no hubiera surtido el efecto esperado. Tuve la sospecha de que siempre pensó que había sido una pesadilla, pero definitivamente no lo fue.

«¿Realmente habrá sido ella quien lo hizo?».

—Se acerca una tormenta—murmuró Vala.

—Vigila las afueras de la mansión. Cualquier movimiento o presencia que percibas, tienes permitido atacar. Tenemos que proteger a nuestra esposa— le dijo Louis.

—Ella no está sola— su comentario me generó curiosidad e intriga.

—¿A qué te refieres? — preguntamos al unísono.

—Me es imposible descifrarlo.

Louis y yo nos miramos, y como si nos hubiéramos puesto de acuerdo telepáticamente, decidimos regresar a la mansión en busca de Stacy.

Nuestra habitación estaba vacía, pero la luz del baño se veía reflejada por debajo de la puerta. Oímos que estaba conversando, aunque no estábamos seguros si era con alguien o sola.

—Los humanos son seres frívolos y traicioneros por naturaleza. De las malas experiencias que has tenido, ya deberías saberlo y aprender a no confiar en ninguno de ellos.

Louis y yo nos miramos por segunda vez al oír la voz de un hombre al otro lado de la puerta.

«¿Con quién demonios habla?».

La curiosidad no permitió que pensáramos bien las cosas, simplemente abrimos la puerta sin tocar, encontrando a Stacy en ropa interior frente al espejo y había alguien más con ella. Era un hombre de cabello rojo, tan largo y lacio que cubría parte de su torso desnudo. Su rostro lucía bastante joven. Era más alto que nosotros dos, delgado, pero bastante formado. Aunque tenía ciertos rasgos humanoides, de su ombligo para abajo estaba cubierto de esa misma negrura que cubre la piel de Stacy cuando se transforma. Las orejas eran largas y puntiagudas. Sus dedos eran bastante finos y largos, las uñas eran puntiagudas y estaban cubiertas por la misma negrura. Sus ojos dorados se posaron sobre nosotros, como si fuéramos un estorbo del que debía deshacerse. Era jodido tener que admitir que su aspecto era bastante sobresaliente y llamativo. Definitivamente no era humano, pero tampoco era uno de los nuestros.

—Aquí están… — Stacy sonrió, acercándose hacia nosotros—. Cálmense. Quiten esas miradas asesinas. Les presento a Bael; mi nuevo familiar. Bael, ellos son mis dos esposos; Ansel y Louis.

«¿Un familiar? ¿En qué momento ella convocó o adoptó un familiar?».

—El que seas su familiar, no te da derecho de irrumpir a tu ama donde se te dé la gana— soltó Louis y lo secundé, cubriendo a Stacy.

—Cálmense, ¿quieren? He sido yo quien le pidió que se presentara aquí.

—Pues este no es lugar para reuniones entre un hombre y una mujer—respondí.

No ha pronunciado palabra alguna, pero esa mirada que tiene me fastidia hasta más no poder. Sé que Louis se sentía igual, nada más con mirarlo, lo hacía todo bastante evidente.

«¿Cómo se atreve a estar a solas con nuestra mujer en esas fachas?».

Redención [✓]Where stories live. Discover now