Explosión

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—Ah, ¿sí? ¿Y cómo vas a impedirlo? Te recuerdo que somos cómplices. Si le cuento a Ansel que fuiste tú quien la obligó a hacer tu voluntad, ¿qué crees que hará? Serás el siguiente en la hoguera.

—Exacto, pero voy a asegurarme de arrastrarte conmigo. Vas a experimentar el mismo sufrimiento que Jana.

Su fuerza, por obvias razones, era mucho más que la mía. Tanto así, que con una sola mano pudo sujetar mis dos manos por arriba de mi cabeza. Intentaba elevar mi cuerpo, ya que no podía darle una patada bien merecida, pues el suyo estaba acomodado entre mis piernas.

—Es inútil y lo sabes, Úrsula— con su mano libre levantó parte del traje, arrancando mi prenda íntima con sus garras.

¡Maldita sea! No puedo permitir que este malnacido se salga con la suya.

—Ahora que estás en este cuerpo tan débil y flojo, más tus poderes no han despertado, los dos sabemos que jamás podrás contra mí— su mano dejó ir las mías y, antes de que pudiera defenderme, presionó mi cuello, clavando sus uñas en mi piel, aunque no lo suficientemente profundo, pero el dolor era insoportable—. Sin poderes no eres nadie.

Luchaba desesperadamente por encontrar aire y por quitar su mano de mi cuello, pero por más que lo arañaba con fuerza, no era suficiente para que se detuviera.

¿Por qué tuve que regresar en este cuerpo tan inútil y débil?

Miré al lado de la mesa y el libro estaba algo distante. El era mi única salvación en ese momento, pero cuando extendí mi mano hacia el, no lo alcancé. El dolor del cuello pasó a un segundo plano, al momento en que sentí cuando forzó su entrada en mi interior.

—Veamos si luego de esto mi hermano decide conservarte.

Empujaba demasiado fuerte, tanto que sus uñas se enterraban más en mi cuello.

—Mi hermano está muy ocupado ahora como para preocuparse por ti. Me he asegurado de que lo mantengan distraído. Nadie podrá salvarte.

Mi visión se iba nublando por la falta de aire y el dolor. Cerré los ojos, deseando que todo pasara pronto, pero la pesadez se apoderaba de mí, al nivel de que fui condenada por segunda vez a la oscuridad.

—¿Ahora te harás la dormida, Úrsula?

Abrí los ojos, debido a esa electricidad que corrió por todo mi cuerpo. Una energía destructiva corroía mi piel, mis entrañas y mi cabeza. Las ventanas estallaron en pedazos, mientras que el cuerpo de Azazel salió volando y chocó contra la pared.

—Úrsula...

Lo observé fijamente, mientras ladea la cabeza y mecía mi cuerpo de un lado a otro.

—Yo no soy esa perra— levanté la mano, cerrándola en un puño y contemplando cómo su cuerpo se elevó al mismo tiempo.

Mi mano estaba marcada en su cuello. Cada movimiento que hacía con mi brazo podía fácilmente manipular lo que fuera. En esta ocasión, mi objetivo era él.

—¿Te has divertido lo suficiente? — arrojé su cuerpo a la otra esquina del aula y su cabeza impactó con el pizarrón.

Moví las sillas hacia la puerta, creando un camino en el centro para los dos, y las mesas las utilicé para cerrar por último las únicas rutas de escape; que era lo que quedaban de las ventanas.

Se levantó con el entrecejo fruncido mientras que sangre se deslizaba de su nariz y labio. Se oía fatigado.

—¿Qué demonios?

—Te daré a probar algo que no olvidarás jamás.

—¿Stacy? 

—Aquí nadie podrá salvarte— le imité, soltando una carcajada—. Prepárate para convertirte en una tierna mariposita.

Redención [✓]Όπου ζουν οι ιστορίες. Ανακάλυψε τώρα