ESPECIAL (CAPÍTULO CINCUENTA Y DOS)

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Stacy

Me sentía exhausta, he perdido una cantidad significativa de energía en la intensa batalla que acabamos de librar. Cada músculo de mi cuerpo parece pesar una tonelada y mi mente está nublada por la fatiga. Mis esposos me rodearon mientras nos dirigimos de regreso a la mansión.

Una vez en mi habitación, me encontré acostada en la cama mientras ellos me rodeaban con expresiones de preocupación en sus rostros. Pude ver la ansiedad reflejada en sus ojos, temiendo haberme perdido en esa batalla. Agradezco su amor y apoyo incondicional, pero sé que necesito algo más para recuperar mis fuerzas. No tengo siquiera fuerzas para preparar alguna medicina.

En ese momento, Iria se acercó sigilosamente, su presencia silenciosa pero palpable. A medida que sus ojos se encontraban con los de mis esposos, comprendieron su ofrecimiento; ella estaba dispuesta a compartir su sangre con ellos también.

Mis esposos se miraron entre sí, sorprendidos por el gesto inesperado pero generoso de Iria. Necesitábamos de esa energía vital para revitalizarnos.

Nos acercamos en silencio, cada uno de nosotros tomando su cuello con delicadeza. Sus venas palpitaban bajo nuestra caricia, y nuestros colmillos encontraron su piel, liberando la esencia que nos revitalizará.

La calidez de su sangre fluía en nuestras bocas, llenándonos de vida renovada. Pude sentir cómo mi cuerpo y el de mis esposos absorbían la energía vital que tanto necesitábamos, y poco a poco la fatiga comenzó a disiparse.

Iria presionó sus piernas, tapando su boca con la mano, como si estuviera luchando contra esa sensación que le provocaba ser mordida. Reí internamente por esa reacción tan inocente y genuina.

A través de esta experiencia, comprendí que, incluso en los momentos más oscuros, la ayuda puede llegar de donde menos lo esperas.

Una vez saciados, nos separamos de Iria y levantamos la mirada hacia ella, expresando nuestro agradecimiento y gratitud en completo silencio. En sus labios se formó una sonrisa cálida, sabiendo que habíamos recuperado parte de nuestra fuerza.

Noa

No puedo evitar sentirme desconcertada mientras me encontraba en esta situación inesperada. De alguna manera, terminamos los tres dentro del jacuzzi de la casa de Azazel.

¿Cómo llegamos a esto?

Cuando llegamos a la casa, Azazel sugirió que aprovecháramos el jacuzzi antes de que regresáramos mañana a la mansión. Aunque inicialmente dudé, accedí a la idea, pensando que sería una experiencia única y divertida, pues nunca había estado en uno. Nos sumergimos en el agua caliente, manteniendo nuestras ropas puestas para mantener un ambiente cómodo.

Mientras nos encontramos en el jacuzzi, la atmósfera se llenó de una mezcla de nerviosismo y curiosidad. El vapor se elevaba alrededor de nosotros, creando una especie de capullo íntimo en el que estábamos inmersos.

Azazel estaba sentado a mi lado izquierdo, sus ojos claros y brillantes con una mezcla de diversión me observaban cada cierto tiempo. Me sentía atraída por su presencia magnética, su risa contagiosa que resonaba en el aire. Bael se encontraba a mi otro lado, con su mirada intensa y penetrante, pero también llena de una suave vulnerabilidad y curiosidad. Parecía buscar algo en mi mirada.

A medida que conversamos y nos sumergimos en el cálido abrazo del agua, las barreras entre nosotros parecían desvanecerse. Compartimos risas y confidencias, dejando atrás cualquier atisbo de incomodidad. Es como si este momento en el jacuzzi nos brindara un espacio seguro para explorar nuestra conexión.

No puedo evitar preguntarme qué significa esto, qué significaría para nosotros continuar por este camino. Las emociones se agitaban en mi interior, y aunque me siento atraída tanto por Azazel como por Bael, también sé que debo serles honesta a los dos.

En medio del vapor y el sonido del agua burbujeante, el tiempo parecía ralentizarse, cuando de repente, Azazel tomó mi mano por debajo del agua y lo miré sorprendida.

Se inclinó hacia mí, su mano suave y cálida sostuvo mi mejilla. Nuestros labios se encontraron por primera vez en un suave roce, un beso lleno de deseo contenido, transportándome a ese momento en que habíamos estado a solo centímetros de distancia y ahelaba con locura sumergirme en sus labios.

La sensación de su beso permaneció en mis labios mientras me separaba, sintiendo la mirada intensa de Bael sobre nosotros. La tensión en la habitación se hacía aún más palpable, como si estuviéramos en el epicentro de una tormenta emocional.

Fue en ese momento que Bael, sin encomendarse a nadie, me agarró la muñeca, haciendo que me sentara sobre él, cara a cara. Sabía que su impulso había sido causado por los celos que lo carcomían vivo. No era difícil notarlo. Aun así, me sorprendía el hecho de sentir que la situación había despertado en él tanto, como para estar tan motivado debajo de mi cuerpo.

—¿No estás siendo demasiado egoísta? —la pregunta de Azazel hizo que Bael lo mirara—. Deberías tomar en consideración sus propios deseos.

Ignorando sus palabras, sostuvo mi mentón para que lo enfrentara, robando mis labios en un ardiente y húmedo beso. Su otra mano se adentró por mi pantalón, apretando directamente mi trasero. Se sentía totalmente distinto a esa noche en que estuvimos juntos, pero en esta ocasión, no sentía temor alguno. Al contrario, internamente moría de ganas de volver a experimentar lo mismo de esa noche. No sabía cuánto me encendía sus celos, hasta ahora.

En medio de esos eventos tan excitantes, sentí el aliento cálido de Azazel cerca de mi oreja y su roce en mi espalda, mientras que sus dos manos se acomodaban por debajo de mi blusa lila, tomando mis pechos y amasándolos, al mismo tiempo que aprisionaba mis pezones entre sus dedos, enviando corrientes eléctricas por todo mi cuerpo.

—Deberías hacerte cargo de lo que provocas en mí, Noa.

Redención [✓]Where stories live. Discover now