ESPECIAL (TREINTA Y SIETE)

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—¿Por qué no regresas a casa con nosotros? —le pregunté a Azazel.

Miré a Azazel, quien parecía sorprendido por mi propuesta. Su mirada reflejaba una mezcla de sorpresa y anhelo, como si la idea de regresar a la mansión fuera algo que nunca antes había considerado.

—¿Cómo se te ocurre tal cosa, Noa? —intervino mi mamá, con una nota de incredulidad en su voz.

——Sería increíble. Él es parte de la familia, así que pienso que merece regresar. Además, estoy dispuesta a enfrentar la distancia como una prueba más entre nosotros, pero sé que es poco probable que aceptes que venga a visitarlo a la ciudad a menudo. ¿Verdad, mamá?

—¿Estás intentando manipularme?

Me miró con una expresión entre sorpresa y preocupación. Era evidente que estaba cautelosa ante mi propuesta y no quería ser influenciada por mis palabras.

—No estoy tratando de manipularte, mamá —respondí con sinceridad—. Solo estoy expresando lo que siento y lo que creo que sería lo mejor para todos. Sé que esta decisión no es fácil y que hay muchas consideraciones, pero también creo en la importancia de la unidad familiar y en dar segundas oportunidades.

—Claro, “unión familiar”, eso incluye reforzar los lazos, te creo… —respondió mi madre con una pizca de sarcasmo, mostrando su desconfianza hacia Azazel.

Azazel permaneció en silencio, respetando nuestro intercambio y dejando que fuera yo quien expresara mis sentimientos y argumentos.

Mi madre suspiró y se tomó un momento para reflexionar. Finalmente, habló con una voz ligeramente más suave.

—Supongo que no tengo más remedio que considerarlo. Pero quiero dejar en claro que estaré vigilando de cerca a Azazel. Si alguna vez lastimas a mi hija o causas problemas, te arrepentirás.

Asentí emocionada tras escuchar que había cedido.

La atmósfera en la habitación era tensa, pero llena de posibilidades. Sabía que el camino hacia la aceptación de Azazel como parte de nuestra familia no sería fácil, pero estaba dispuesta a luchar por ello.

[...]


Pasó algún tiempo antes de que Azazel regresara con una maleta con algunas pertenencias básicas. Habíamos acordado que vendría a buscar el resto de sus cosas en otro momento. El ambiente estaba tenso mientras nos dirigíamos de regreso a la mansión.

Cuando llegamos, mis padres salieron a recibirnos. Después de todo, ni siquiera les habíamos avisado que vendríamos a la ciudad. Fue en ese momento cuando se percataron de la presencia de Azazel. Sus rostros reflejaron confusión y alarma, especialmente Ansel, quien parecía desconfiar de él.

—¿Quién es él? —preguntó Ansel con una mirada inquisitiva.

Mi madre trató de calmarlo y tomó a Louis a un lado, alejándose de nosotros, aparentemente para explicarle la situación en privado.

Mientras tanto, Azazel, Bael y yo permanecimos juntos. Se siente muy extraño estar en medio de ellos dos, pero al mismo tiempo, mi mente inquieta creaba enormes expectativas, de que no sería la primera vez que me iba a encontrar en esta situación.

La incertidumbre llenaba el aire mientras esperábamos las palabras de mis padres. No podía evitar sentir nerviosismo y una mezcla de esperanza y temor por lo que estaba por venir.

Mientras esperábamos la reacción de mis padres, una figura mayor salió de la casa. Era mi abuelo. Sus ojos se posaron en Azazel y, aunque parecía confundido, algo en su mirada reflejaba algo más que simple curiosidad.

—Abuelo… —lo llamó Azazel.

No esperaba que revelaría ese hecho ahora y más con el abuelo. Él lo miró perplejo, como si no pudiera creer lo que estaba viendo y escuchando.

—¿Azazel? —respondió, con su voz llena de incredulidad.

Azazel asintió con una sonrisa en su rostro, como si un peso hubiera sido levantado de sus hombros.

—Sí, abuelo, soy yo. He vuelto.

La confusión llenaba el aire mientras mis padres observaban atónitos la interacción entre Azazel y mi abuelo. Era evidente que algo más estaba sucediendo, algo que iba mucho más allá de mi comprensión en ese momento.

—¿Qué ha sucedido contigo? Estás… totalmente cambiado. ¿Dónde has estado? ¿Dónde está tu mamá? ¿No estaba contigo?

Mis padres miraron a mi abuelo desde la distancia y luego a Azazel, sus rostros reflejando una mezcla de curiosidad y preocupación. Estaba claro que la llegada de Azazel había desencadenado algo profundo en mi familia, algo que requería una conversación honesta y reveladora.

—¿Por qué no hablas? ¿Dónde está tu mamá?

Redención [✓]Where stories live. Discover now